viernes, 11 de diciembre de 2009

[ Señor caballero: ]

Hoy en el metro una señora leía el diario, y yo miraba los titulares. A mi lado había un abuelito que derrepente le saltaron los ojos (e iba tan tranquilito...) y miro el diario y aparece una vedette haciendo lo suyo, y me reí tanto en mi mente, porque en serio la expresión del abuelo fue de un tipo de 14 años! así que lo quise joder, y como que hacia que miraba hacia donde estaba él, y él perturbado y nervioso miraba al suelo, techo, puerta, porque no resistía las ganas de volver a mirar la foto, y lo mire todo el rato, así que debió quedar desconsolado y odiándome. Eso hoy me hizo feliz en el metro.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

[ Ascensor ]

Es tan rico vivir en casa, no hay que esperar el ascensor días para llegar. El ascensor (y el conserje como ya está dicho) son las cargas de vivir en departamento. Cuando estoy llegando y escucho que alguién viene detrás mío, corro hasta el asensor y oprimo desesperadamente el botón para que se cierre rápido y no irme con gente. Es terrible, porque es gente que no te interesa y nunca sabes si saludarla, es obvio que nadie quiere saludarse pero si cruzaste miradas: JODISTE, tienes que decir: HOLA. y después mirar el techo, el piso, siendo que todos quieren estar solos mirandose en el espejo, porque como que a nadie le gusta que lo vean mirandose en el espejo, es como súper privado. Y así queda arruinada tu visita al espejo. Y uno a veces saca su lado más anticristo, cuandpo ves que la persona que está casi llegando al ascensor va con bolsos, guagua, perro y sudando, y tú no haces nada para dejar abiertas las puertas, y ves tranquilamnete como la señora grita "NOOOOOO" con voz distorsionadamente lenta, y tú le dices "chao" con una gran sonrisa por poder tener una cita con el espejo. Pero ya las personas que hay que fusilar son los que viven en el 2º piso, tienen gastos comunes más bajos porque se supone que no usan el ascensor, pero es la gente más floja que existe, esa gente siempre usa el ascensor, y depende de mi estado de ánimo si me río en sus caras o si los miro con cara de tiburón. Además cuando te peleaste con un vecino y tienes que subir todos esos pisos en silencio y más incómoda imposible. De verdad el ascensor es un artefacto maldito, que pasa "en mantención", es lento, y uno de los lugares dónde uno se siente más antisocial en la vida. LO ODIO!

[ Equisde ]

Hubo, de un día para otro, la explosión del "equisde" = xD. Y no sé si soy definitivamente estúpida, pero me costó tanto entender que significaba. Mis tardes de msn se hacían odiosas con este emoticon ahora masivo, pero en su momento fue un dolor de cabeza. Me acuerdo que le pedí a una amiga muy chat ella que me explicara porque todo me lo decía con una 'x' y una 'D' era...:
- hola xD como estas xD oye Xd fui xD a xD la casa xD del juan xD xD xD
Y yo quería morir, no podía leer nada! y me decía:
"Es que tienes que dar vuelta la cabeza..." y yo... qué onda, que exorcista. Y gire la cabeza hacia todos los lados humanamente posibles e inhumanamente posibles para ver por qué eso era una CARA!, hasta que un día cache la cabrona cara y me sentí feliz e hice equisde con mi cara xD Pero al día siguiente se me olvidó, y quedé mal y ya no podía preguntarle por vigésimotercera vez a la tipa, pero llegó un salvavidas: Crearon el emoticon:Y descubrí un nuevo mundo rosa, amarillo, azul y verde donde la risa nunca se pierde xD En serio, es mágica la carita esa, puedes decirle cosas horrendas a la gente y a la gente no le va a importar, se siente feliz y seducida por esa cara risueña del msn así es que es una buena opción cuando quieras terminar, o decirle a alguien que es feo, etc.
Pero después del xD se crearon emoticones que no tienen ni un sentido, como el 1313, claramente ese número jamás ha tenido forma de una cara, pero a un idiota se le ocurrió ponerle ese nombre y de nuevo no entendía, es más porque ahora ya no se escribe en msn con emoticones... se habla con emoticones: "Oye esa mina es muy fácil, te hizo el medio 1313"
De ahí como las patentes se tendrá que recurrir a nuevos números porque se habrán acabado los primeros, y nuevas expresiones faciales podrán dar a grandes confusiones como:
"Oye, esa mina es muy "HJ8w20103" te hizo el 1/2 "943ueifu9"" y nos transformaremos en robots súper inteligentes.

viernes, 6 de noviembre de 2009

[ Te regalo una estrella ]


¿Quién no lo ha hecho? mujeres, hombres, gays, hermafroditas (semenya), todos se anotan, debe haber un grupo en facebook "yo también le he regalado una estrella a alguién..." Qué poco creativos!, es decir yo una vez regalé una estrella, hasta con dirección ( era una que era brillante abajo de las tres marías), Además esto ya se lo había comentado a alguién y me contestó: - Pero si igual regalan la luna (ok... nada que decir)... y el sol (cresta! esta tipa no sabe qué es el sol) Y yo ehh "ehh ... mmm sí verdad" (cara de qué onda ._.) Pero en fin, todos regalan estrellas o la luna, pero hay más satelites. Yo una vez regalé un planeta, que dijeron que se agregaría al sistema solar, pero ya han dejado la zorra con eso, es decir, han quitado y puesto planetas como dueños del universo, en serio!. Pero insisto, somos tan idiotas al regalar estrellas, la mina o el tipo estaría una vida más feliz si le regalarai algo terrestre, además la luna se la compró un chileno en el S.XX, y la NASA le tuvo que pedir permiso para que Neil Armstrong pisara su satelite "tan entretenido, lleno de nada", así que el que regala la luna es remillones de veces más chanta que el que regala una estrella 'X', es decir, es una estafa, onda, comprate tu propio satelite y regalaselo. Pero en fin... ¿me habrán robado mi estrella? --> (sí a mi también me regalaron una ¿como no?) porque si es mía, la quiero vender, para el siguiente chanta que quiera regalar una, lo invito a ir al notario y hacer la transcripción de dominio. Aviso económico: La vendo por luca! (99%OFF) para todo el que se considera tradicionalista, clisé y aburrido. Mejor regale una estrella... de mar ;D, o una baldosa en el paseo de las estrellas en Hollywood.
P.d: Publiqué la entrada y busqué el grupo, y ahí estaba, gran novedad

lunes, 26 de octubre de 2009

[ Nacho Gutierrez y Lelo ]

miércoles, 21 de octubre de 2009

[ Sr. conserje: ]


Odio al conserje de mi edificio, en realidad siempre me retrasa, y te esquiva la mirada para no saludarte! siendo así no tengo ningún interes en saludarlo! Y cuando lo hace se le olvida que te ve que tú estas saliendo, a zancadas gigantes demostrando que te van a cortar el cogote por llegar 3 horas tarde, y se queda mirando pajaritos en vez de apretar el jodido botón que te abre la puerta, y uno se queda esperandolo hasta que se digne a querer abrir la puerta. ES QUE NO ENTIENDO! XD ser conserje debe ser uno de los trabajos más fáciles de la galaxia, en serio, sólo debe apretar el botón y se le olvida hacerlo! o se demora (muuucho) ¿Por qué? ¿Qué le sucede? Tiene que mirar al piso, y yo me doy vuelta saltando y haciendo señas para que abra, y él justo mira NO-SÉ-QUÉ. De verdad ese conserje me debería pagar unas terapias de yoga o reiki no sé, pero me tiene bastante alterada. Necesita un electroshock para estar atento a la maldita reja, porque su trabajo es tan sólo mirarla para ver si hay alguien desesperado hace horas por salir, y es al único lugar hacia donde NO mira. ¿Qué tendrá en esa cabina que se distrae tanto? Quizás si exista algo interesante que mirar... habrá que descubrirlo, tal vez fui injusta, y los conserjes si tienen una justificación para hacer tan mal su pega. Puede ser que hasta le pida perdón, quizás hayan marcianos, qué se yo, pero creo que el conserje es el peor trabajador del universo hasta que no vea si de verdad hay vida extraterrestre o algo increíble con lo que se queda hipnotizado como un imbécil.

jueves, 24 de septiembre de 2009

[ Morirse ]

Algo que no cabe en mi cabeza es como existen los suicidas. Siempre he pensado en que situación ya no daria más, pero no me imagino un no tener al menos un pensamiento que te haga recapacitar: algunas veces es tan fácil, ya sea comida, pasear, un perro, hay tantas cosas que te inspiran risas y te burlas de la gente estúpida que se cae, y recuerdas lo estupida que fuiste al caerte tantas veces. Hay recuerdos que quieres revivir, y siento que como los suicidas pueden tener la convicción de que ya nada vale la pena. Yo creo que el mundo está lleno de pena y de cosas que valen la pena, por lo que matarse me parece una reverenda estupidez.
Y cuando te mueres y no puedes evitarlo es tan injusto cuando existe gente que no quiere existir o que no debería existir. Pero la muerte es el sentido de la vida, es lo que te hace actuar, hacer, ser carente de algo y luchar por eso, porque quizás sin muerte seríamos unas masas rodando por la tierra aburridas y prehistoricas. No haríamos nada interesante y nos querríamos suicidar.
La muerte propiamente tal simplemente es el depredador natural de la humanidad, y aunque los antílopes odiaban a Simba, Simba les hacía la vida interesante, la muerte es un eslabón necesario en la cadena de la vida, nadie lo discute, pero es tan mala onda que llegue sin invitación y sin siquiera avisar. No tiene educación y es fea y cara.
Concluyendo, quiero morirme cuando publique mis libros, tenga mis hijos y ojalá haya podido financiar mi película y mi café literario con mi pastor alemán cuidandolo y eso no indica que sea suicida, indica simplemente una resignación de que tengo que dejar espacio para los demás

miércoles, 23 de septiembre de 2009

"...Tomaba para ahogar las penas pero las malvadas aprendieron a nadar..."

[ Perros ]

Son raros los perros, hoy iba por la vereda y derrepente uno blanco con manchas negras, (pero no dálmata) camino conmigo, acompañandome, es más, cambió su ritmo para ir al mío. Y me puse contenta así que lo miré todo el rato (y me tropecé). Después de un semáforo espero conmigo siendo que no habían autos, y después cuando apareció la personita verde seguimos nuestro trayecto. El punto (.) es que como si se hubiese acordado de algo salió disparado, onda trotando dentro de sus posibilidades, ya que era gordo y pequeño, pero fue muy rápido y me pregunté entonces que tendría que hacer él, a dónde se dirigía. Bueno, encuentro que es un gran misterio que me encantaria descubrir. Esto lo comento acá porque no tuve a quién comentarselo.

martes, 22 de septiembre de 2009

[ Mellon collie and the infinite sadness ]

Hay algo más repudiable que la tristeza? nisiquiera las arañas o el pepino verde... NO, sentirse bajoneao es lo peor, es más cuando veo a alguien así trato de pensar que es porque quiere estar así, que es un amargado y un ingrato. Pero ahora estoy triste, y no es que quiera, es más siento que me resfríe de tristeza, ya que tengo lo típicos síntomas: la comida no me pasa por la garganta, y ando con anteojos de sol ridiculamente en un día sin sol, además una perdida de sentidos. Síntomas que estoy viendo en todos, ¿Qué pasó? fue una enfermedad silenciosa la guéa! Además creo que he caído bajo los efectos del ciclo lunar femenino, que es otra gueá! Siento que no tengo puntos cardinales, y veo a mi lado y están en las mismas. ¿La felicidad es una brújula? o ¿la felicidad es el estado en que no te importa tener brújula? sólo sigues y fluyes y sientes que eres radioactiva y que a todos les emites esas señales bacanes! como el comercial de redbanc o el de Coca-Cola. Además justo cuando estai mal, todos están mal y desparecidos... Uno tiene que estar sola, llamas a alguien y está ocupado, sales y sólo ves una riña de un flaite ensagrentado, y no te importa. Nisiquiera puedo ser menos triste al ver que alguien más está feliz, aunque tampoco al ver a alguien triste. ¡Qué mierda! Odio esto, y ni el chocolate ni la leche asada me dan ese calorcito rico. Espero que en vez de hacer celulares cada vez más perqueños y con más funciones idiotas hagan una receta para olvidar, como el eterno resplandor de una mente sin recuerdos, o una receta para cambiar el chip y salir a una disco y que no te importe nada, o la receta de la felicidad, que antes creí haberla encontrado y era un vil espejismo. Quería contar un chiste, pero mi mente anda por la estratosfera, aunque no es muy raro, pero es otra estratosfera que no me agrada :(

lunes, 21 de septiembre de 2009

[ Es Ricooooo ]

Escuchar un disco que estaba empolvado en la torre de CD'S hace too much time, porque lo escuchaste hasta que vomitaste, y de ahí lo soplas, toses por la tierra y lo insertas en el pc/equipo/discman y lo cantai gritandolo por el balcón, bailandolo con el perro y llorando las cebolleras canciones del final, como Megalomania de MUSE, de ahí te cortai las venas, y te mueres... ... ... por volver a repetirte el cocktail de emociones que te trajo! De ahí te acuerdas que estás muy atrasado por terminar el trabajo de civil y vuelves a la rutina y el aburrimiento infinito de no saber que guea quiere la señora.

viernes, 28 de agosto de 2009

[Buena noticia]


Ayer estaba leyendo el diario y me entere de la noticia que hizo que me comiera el refrigerador entero de mi casa y que mi madre y mi mascota quedaran en inanición (internadas las dos en el veterinario por desnutrición). El punto es que cambió la moda, así que Diana Bolocco debe estar sumida en las drogas y la prostitución, porque su figura hecha de huesos y pellejos quedó en el pasado, y ojalá ahi se quede por mi salud mental, ya que Lizzie Miller está haciendo algo que no podía caber en mi imaginación. Si antes las minas ricas eran las gordas, después fueron las flacas y después las de quirófano, ahora son las que tienen rollo! Sí! el típico neumático, flotador, que cuando te sientas te saluda por encima del jean! ahora será tu mejor amigo y aliado ya que es el salto a la libertad de carbohidratos e igual ir matando en la calle con el rollo! bacán!

[Jesús lais]

Jesús y su túnica blanca... apuesto que diría "fue lo primero que encontré en el closet..." (y aun así me veo bacán) y esa onda relajada y como ida, tambien era como bacán, pero hippie-lais, es obvio que hubiera ido a comprarse túnicas sólo al Parque Arauco, pero ser voluntario en "Un Techo para Chile" y sacarse fotos con todos esos apóstoles mientras almorzaban pan, vino y pescado... no es muy rico que digamos... pero así es la "humildad" de los hippie-lais. Iré a comprar una túnica blanca.

jueves, 20 de agosto de 2009

[ Metro: comparte tu metro²☻]

La gente vuelve a su naturaleza inhumana y extraterrestre en este adorable tren celeste. El precio sube y sube y la gente igual, sube y sube y te pisa. Además creen que engañan a alguien? Es decir... "Ahora con tarifa horario bajo", pero si es el que ayer era alto! y ahora el alto, es súper alto! qué felicidad! aumentan mi ruina económica, gracias! porque la humildad es bacán!
Oye, y está la vieja que no se da cuenta de sus dimensiones estratosféricas! y que además no le falta su bolso de viaje y hasta su carro de feria.
Está el que te inspecciona de reojo, y cuando lo descubres hace como que mira la ya casi nada de publicidad que hay en los carros. (La crisis inmiscuída bajo tierra)
La tipa que te carterea, en este caso no me refiero a que te quite tu mp5 (waaa, si claro) sino que quiere el vagón para ella sola y te destruye con sus carterazos, o sus codos... Lo que sea para sacarte del camino y ella apoderarse de todo el espacio. Ella no se da cuenta que llegó el Transantiago para aniquilar la pseudocomodidad en el traslado cruzando la ciudad. Ya no existe señora, lo que existe son aires acondicionados en mal estado, atrasos e insultos, se lo aseguro.
Y antes podías rodar por el piso del vagón, porque sobraban asientos! uno se sentía feliz, que la vida era perfecta viendo el paisaje, o los túneles... pero ahora sólo hay pervertidos, gente sucia, criminales y animales con pulgar oponible, qué felicidad... ... ...

[ Consejo ]


- Y... ¿es cierto que en la vida sentimental tienes problemas por estar pasada de kilos?
- En realidad, aunque uno nunca lo reconozca si te trae problemas...
- A menos que estuvieras con un caníbal, es una gran opción.

miércoles, 29 de julio de 2009

[ Mi "arte" ]



lunes, 27 de julio de 2009

[ Misantropía: una gran opción ]


I) MUJERES:
a] Son arpías y prostitutas no asumidas.
b] Pueden ser mejores amigas de alguien a la que le tienen profunda y eterna envidia.
c] Son aburridas y tienen modismos idiotas "Oliii"
d] A todas les gusta la música romántica: Nótese "Reik", "Luis Fonsi", etc.
e] Que les guste el fútbol por pose
f] Que lloren por todo!
g] Que vean teleseries venezolanas o A3D
h] Cuando le tienen asco a los animales
i] Los baños de mujeres son radioactivos!
j] Cuando llegan tóxicas emperfumadas
k] Que se crean punkies como la Raquelita y tengan en su mp3 a Jonas Brothers
l] Las que usan lentes de contacto sin tener problemas a la vista y se ven como extraterrestres
m] Las que nunca se sacan otra foto más que a su escote
n] Las que vomitan o intentan suicidarse todos los días, y así las eximen de pruebas y tienen múltiples beneficios de gente crédula
II) HOMBRES:
a] Todos son gays hasta que no demuestren lo contrario pero cuando lo demuestran ya no son susceptibles de estar contigo.
b] Son cahuineros, la testosterona intensifica el mal
c] Todos flaites, raperos (ni un brillo)
d] Básicos, les gusta siempre el mismo tipo de mina y superficiales a cagar!
e] Cuando se jactan enfrente de sus amigos son patéticos
f] Tienen cabeza de pelota
g] Son unos cro magnones en todo aspecto, dejen de fingir!
h] Que les guste la música romántica, onda Arjona... MAL
i] Que se crean intelectuales y den sermones desubicados de la teoría del relativismo, o de filosofía... es CALLENSE, no te compro
j] Que sean amargados, que no cachan que su única gracia es ser el motivo de risa de los demás?
k] Que tengan 45 y anden con chapitas, parches y un gorro con orejas de anime
l] El discurso "vestirse bien es de huecos"
m] La idiotización provocada por silicona, silicona que llego a su cerebro claro
n] Los tipos musculosos, que no dejan de ir al gimansio y podrían escribir las "1001 dietas para tener un cuerpo perfecto", BASURA

jueves, 23 de julio de 2009

[ No estés OUT! ¿Quieres saber que está IN? ]

DETENTE, eres una mina sin estilo, sin onda, ahora se revolucionan las pasarelas, una moda que nunca se ha ido pero que muchas han dejado! Han traído para ti un fashion emergency de lujo, que harán que tu pijama feo y asqueroso se vea de lujo en un matrimonio de alguien a la que le tienes envidia verde verde verde... PIELES, peludas, peladas, frondosas, ricas, suaves, picosas, atigradas. Le tenemos una inmesa variedad de inútiles animales que están para cubrir sus hombros sedientos de moda: Zorros, serpientes (pero si son tan feas, a todo el mundo les caen mal), armiños, cocodrilos. Esta es la feria de la felicidad! no va a quedar nada! *Si hay restos de sangre sus amigas se pondrán tan celosas! se notará a leguas que es auténtico, y no esas imitaciones de gueonas flaites! obvio! *Recomendación: Lo mejor es dejarles la cabeza y que tengan cara de sufrientes los gueones!
* Y esa gente que los crítica, son puros tontitos que se hacen los intelectualoides, ¿Qué les preocupan los animales? ¿Acaso no comen queso? El queso es de las vacas... y eso po.
*Además, recuerda que no tienen alma, liberate de la culpa y sé feliz por fin!


P.d: Aquí está el resto de tu abrigo. IDIOTAS!

[ La triste y gran verdad ]

Lo habían aceptado para estudiar dibujo; que más que ponerlo feliz lo entristeció, porque él sabía que era imposible entrar ahí; sus papas recién separados y con un sólo sueldo no alcanzaba para tres hermanos con sus respectivos sobrinos; así que fue asimilando lo màs ràpido que pudo que iba a tener que dejarlos a todos; aislarse; ese era su deber y no entrar a la escuela; sus estudios no eran caros; pero para su familia ya nada era barato; así que leyó unas cuantas veces la carta y sin tener excusa y viendola como la única pero maldita solución se estaba preparando para el servicio; pensando en si le iba a caber todo en un bolso; más que ropa quería recuerdos, echar algunas tostadas; la colonia de ella; sus cuadernos y un lápiz; y mil fotos y tarjetas; comprimir su mundo y llevarselo al sur; nada iba a ser como lo había planeado; sólo necesitaba $18mil para poder matricularse y con su trabajo no los podía conseguir en un sólo día…era el último para excusarse del servicio obligatorio.
Ella se puso a llorar y le dijo esperame por favor esperame; y se fue corriendo, sacó toda su ropa del armario y la empezó a vender en una feria y a sus vecinos; él ya estaba armando el equipaje y entro denuevo ella llorando y le dijo "vamos no te rindai!" Y él, sin entender nada, la siguió inconscientemente hasta la escuela donde se matriculó todavía sin darse cuenta y dejaron la justificación que lo eximía de la vestimenta de camuflaje, la que finalmente fue aceptada; y él decía con una sonrisa llorosa: "igual no podré seguir…no puedo pagarme la carrera mi mamá nisiquiera puede pagarme la comida que le consumo; en cambio sin mi iba a estar más tranquila ...ella y tù…"
Y ella le contestó: "Aunqe tenga que vender mi propia cabeza tú vas a estudiar para poder tener a nuestros hijos y no nos va a faltar nada; no quiero vernos llorar nunca más; no quiero sentir que te podrìas separar de mi jamàs"
- Linda…no siempre va a depender de nosotros... Sentenció él sabiamente...

martes, 21 de julio de 2009

[ Es que no podi...! ]


Ir al LIDER y en vez de robarte un Ferrero Rocher (que lo hemos hecho ;D), bombón que te estruja el bolsillo!!!, robarte unos cuadritos de Orly! eso si que es ser flaite! yo cacho que ni la yassuri! ¿Por qué si vay a robar te robay un ORLY!? No sé! te robai unas revistas, chocolates lais, pan pita, pero un orly es ser flaite de nikeshox, platinao pero con raíces. Así que si tú robas, roba bien!
De verdad esa persona que robo un Orly de trufa: mejor mátate :)
*Lo del final en realidad fue sólo para darle sentido a la foto y creo que se notó...
y hay que decirlo, yo también soy flaite pero no uso nikeshox, porque no me dan mesada :(

miércoles, 15 de julio de 2009

[ Ascendientes casi sin dientes ]

Mi abuelo tiene facebook y no me agrega. ÉL A MI! no puedo creerlo, y no puedo ser tan autista de agregarlo yo a él! Y mi abuela me insiste en que le crea sus historias. Es reiterativo pero son increíbles ellos:

Ella con la cara muy seria, implorando por que le creyeran y a flor de piel una indignaciòn de estas duraderas me miro a los ojos con un medio perfil y una ceja media levantada mientras medio me estrangulaba y me dijo:
- Yo en mi vida he visto muchas cosas, y sòlo los cerrados de mente e ignorantes no me creen, yo he visto seres que no son de èste planeta...
-¿Dios?
- No pues! Extraterrestres!, no sè si habràn sido marcianos, pero que a mi nadie me venga con que no existen, porque yo los he visto y confìo en eso. Y no fueron lucesitas ni aviones, yo los vì. Ademàs he visto duendes que andaban por mi jardìn (...) No me pongas esa cara, yo les daba de comer y al dìa sigueinte ya no estaba esa comida!
- Pero, podrìan haber sido gatos, està lleno!
- NO! yo vì los duendes, ademàs tambièn he visto hadas, es mentira que tienen tamaño humano, son muy pequeñas, como la de Peter Pan...
- ¿Campanita?
- Si esa misma, son de colores y es como si dejaran escarchado el viento, dejan una estela muy linda. Es por eso que yo quiero viajar, y encontrarme con màs de estos seres, y ver el arcoiris y al final el duende con su olla de oro. ¿Me acompañarìas? Comprarìamos una casa rodante y venderìamos pasteles.
* Conversación corriente con mi abuela, que hoy me reto.

[* El nogal de Magga *]

Un jueves de marzo, detrás de una reja verde musgo, detrás de una puerta pintada con paisajes, vivía Magdalena Matilda, adicta a la crema con azúcar y a los cigarros mentolados. Le encantaba hacer globos con los chicles ya que había aprendido hace poco y detestaba cocinar para ella misma, por lo que sus ahorros casi siempre los malgastaba en comida preparada para ahorrarse ánimo más que dinero. Ese día ella iba directo a sentarse al lado del bowindow y a esperar que anocheciera en conjunto de música que la inspiraba a dormir “Overcome by your moving temple…”. La crema se acabó y empezó a mascar papel, lo que quería decir que estaba aburrida y un pedazo se le quedó atrapado en un diente lo que no la dejó en paz y la obligó a levantarse e ir a lavárselos.
En ese mismo momento, Nicolás Esteban se sentía afligido por haberse olvidado de comprar la pasta de zapatos, y no hallaba que hacer con su arruinado calzado y todo esto mientras se lavaba los dientes en un desvencijado espejo.
Magdalena se acostó justo a las doce aplastando lo que decidió fuera su última colilla en el cenicero, mañana sería el día en que botaría la cajetilla, mañana intentaría comenzar de nuevo todo. Nicolás en cambio se fue al sofá con la mano apoyada en el teléfono por si se atrevía a llamar tan tarde para pedirle a Ricardo unos zapatos prestados si es que él tampoco tenía pasta negra. En conclusión, no lo llamó, porque él nunca ha tenido confianza suficiente con nadie, así que sólo perdió tiempo de la madrugada y horas de sueño, lo que le provocaría mal humor al día siguiente.
Magdalena nació sola. Ni su madre ni sus contracciones la ayudaron, ya que prefirió tomar su nacimiento como si se estuviera resbalando de un tobogán en vez de atascarse entre las caderas de su progenitora. Este hecho la marcó, ya que se creyó independiente desde un principio, y trataba con todas sus fuerzas de arrancarse de la vista materna con el descuido propio de alguien de su edad, por lo que estaba llena de moretones y cicatrices. Tanto así, que su madre creyó que tenía un complejo suicida prematuro lo que hizo que su madre realmente se deprimiera y se suicidara. A los tres años entonces ya estaba huérfana de padres, ya que su padre no estaba muerto pero si estaba preso por estafa al fisco lo que no permitió que él se enterara nunca de que había dejado su semilla en el útero de una potencial suicida que cumplió con su destino.
Magdalena se fue a vivir con su abuelo, que le otorgó el apodo de Magga, ya que él se entretenía inventando nuevos trucos de magia para ostentarlos con sus amigos y le parecía perfecto que su nieta fuera maga, y la doble ‘g’ era porque sí; hasta que un día se tragó una moneda para luego sacarla de su nuca y en una mala maniobra y como por arte de magia se le atoró en la garganta y nadie de su público supo hacer primeros auxilios, por lo que el fin del anciano mago llegó.
Un amigo de su abuelo ayudó a Magdalena con los trámites para hacer efectiva la herencia de la casa. Y se aferró a la costumbre de su abuelo de echarle crema a las verduras, al café, a los tallarines, a los postres, a las carnes, etc., etc., etc. También le daba una ternura descontrolada cuándo recordaba como caminaba, o mejor dicho rengueaba, ya que tenía una leve cojera y lo imitaba ya inconscientemente. Se aficionó a las colecciones de todo tipo, como un refugio de los dolores que ella cargaba y que nunca lloraba. En una repisa tenía todo tipo de carruseles en miniatura, también los diarios de vida de su madre, de su abuelo, de ella misma y uno que ella decidió hacerle a su hermano que nunca tuvo al cuál lo bautizó como Sebastián. En total eran ocho diarios que guardaba debajo de su cama junto con un herbario de flores secas que le llamaban la atención cuándo salía a recorrer la ciudad en su pony, que en realidad no era pony, era su bicicleta amarilla, pero ella prefería imaginarse que la cabalgaba. En vacaciones empezaba el tiempo de decoración profunda de su pequeña casa, hasta que hubo un febrero que no había ningún rincón sin arreglar. Tapizada de colores y artefactos inútiles, un jardín desordenado entre plantas altas y bajas y un estacionamiento que utilizaba su vecina para guardar el taxi, lo que ella le pagó con una tortuga de tierra del contrabando argentino que había comprado en la feria y a la que Magdalena le llamaba ‘Liebre’ y siempre retaba por comerse los mazapanes que ella escondía. Además le tirita un ojo… a Magdalena, no a Liebre.
Nicolás, al contrario de Magga, nació con mucha ayuda y muy acompañado, ya que él se negaba a este traumático hecho y tuvieron que hacerle cesaria a su madre siendo el tercer y último hijo de sus padres. Vivió en una familia rígida y evangélica, pero decidió rebelarse a las restricciones de su hogar y alzarse como el mal ejemplo de su iglesia. Por lo que los domingos sobre todo los gozaba aprovechando que sus hermanas y sus padres iban a reunirse con su comunidad mientras él se devoraba el helado, sacaba a pasear a su perro sin correa y saltaba encima de todos los sillones tratando de que explotaran. Al graduarse decidió abandonar Valparaíso y estudiar en Santiago para alejarse de su familia. Lo consiguió y arrendó un departamento minúsculo en el centro. Ese instinto rebelde se calmo salvajemente al vivir solo y fue la única manera de querer pero no extrañar a su hogar. Actualmente estudia en un instituto vespertino y consiguió un trabajo por un primo lejano que vivía en la capital, Ricardo.
Nicolás tiene fotos de su perro que tuvo que dejar en Viña, un refrigerador vacío, condimentos petrificados en la alacena, arañas de rincón en multitud, una planta muerta y la cama deshecha día y noche. Tiene ojeras que contrastan con su tono pálido de piel. los ojos color aceituna, extrañamente brillantes y además el lunar que Marilyn Monroe siempre quiso.
El despertador de Nicolás sonó horas antes que el de Magdalena. Él se hizo un té y fue a su nuevo empleo con los zapatos sucios a hacer completos italianos y papas fritas. Horas más tarde Magdalena se levantó y tiró su cajetilla al camión de la basura para evitar tentaciones como ir a recogerlos desde el basurero (y era muy capaz de hacerlo). Y se fue a tragar crema chantilly de la botella directamente por la neurosis y a dejar a Liebre arriba de un ropero porque ya había encontrado los mazapanes prohibidos y era su manera de castigarla.
Ya estaba atardeciendo de nuevo, y notoriamente más temprano que los días anteriores, el otoño ya estaba tomando el lugar que le correspondía y Magdalena decidió pasear a Liebre y perdonarla por todas sus villanerías. Nicolás había terminado su hora extra de trabajo que lógicamente no sería remunerada como debiera ser, agarro su bolso de lana y se fue cabizbajo, como si no fuera aguantar una semana en ese trabajo. Para despejarse fue a sentarse a echarle una mirada desde lejos a las portadas de los diarios y es cuándo algo duro, pequeño, lento y extraño lo choca. Lo examina y lo toma y le causa la única sonrisa del día, al lado y sin que él se diera cuenta, en un macetero los ‘rayitos de sol’ empezaron a abrirse de nuevo bajo una capa potente de nubes y noche y la luna ya resplandeciendo de a poco por la cordillera. Magdalena miraba a su tortuga desde otro lado sin que Nicolás se percatara, ya que al parecer ellos dos estaban conociéndose y Magga no quería interrumpirlos.
-¿Estás solita? - le preguntaba con codicia a la tortuga.
-No, es que la paseo sin arnés... -le contesto Magdalena automáticamente. Nicolás tardo un poco en reparar que había alguien observándolo.
-Disculpa en serio, hasta pensé llevármela a mi departamento, no pensé que tuviera dueño…dueña. -le dijo con algo de nervios, algo de risa y algo perplejo.
-Me encanta que te haya agradado ella aunque es perversa -le contestó y Magdalena sintió ganas de correr- bueno ya se está haciendo tarde y no quiero que le dé pulmonía. -le dijo cortés pero colapsadamente nerviosa.
-Si claro, cuídate…eh… ¿su nombre?
-Liebre - y la tomó y la dejó en la canasta de su bicicleta tapada con la bufanda- Un gusto. -le dijo ladeando la cabeza y con una sonrisa radiante y los ojos cerrados.
Nicolás se extraño del nombre Liebre para una mujer, claro que no entendía que Magdalena le estaba hablando de su mascota y no de ella misma. Pero Nicolás quedó pensando en ‘Liebre’ y en la tortuga ya que le amenizaron el día, y no le importó irse parado en la micro, ni irse en al ascensor con más personas que no conocía, ni ver que había dejado el calefón prendido, ni ver que el refrigerador seguía vacío porque no sentía el hambre que si tenía. Así que se acostó temprano, tranquilo y sin la necesidad de tomar pastillas. Por otra parte, a Magdalena no le importó que un automovilista la insultara, tampoco ver que el cartero no se tomo la molestia de dejar la correspondencia en el buzón, sino que regadas en los pastelones de la entrada y ahora las cuentas estaban empapadas y borrosas, no le intereso ver a un gato encima de su mesa que aterrorizado al ver que ella entraba huyo por la ventana que lo había invitado a pasar, y por primera vez hace muchos meses le dieron ganas de pintarse las uñas y de peinarse antes de irse a dormir, pero antes le dio un trozo de mazapán a Liebre, inconscientemente le estaba agradeciendo el buen ojo y tino que tuvo al ir a refugiarse con ese hombre que era Nicolás.
Al día siguiente para los dos el despertador sonó más despacio y amable, las tostadas no estaban quemadas pero si con el calor perfecto para que la margarina se derritiera. Nicolás antes de irse al trabajo, compró en el almacén del primer piso algo de mercadería para decorar el refrigerador y Magdalena se olvidó de su antes adorado tabaco, y felizmente saco una cucharada bien grande de crema espesa, esta vez no por neurosis, sino que por un raro ocio alegre que sentía. Los dos salieron al mismo tiempo, ella para plantar una nuez y él para llegar a la hora a la caja del local.
Escribió en el diario de Sebastián y en el de ella, la letra le salió manuscrita siendo que siempre había sido imprenta.
-Liebre, supongo que antes que te escondas para hibernar y dejarme sola, querrás que te pasee hoy de nuevo para guardarte los últimos recuerdos y soñar más entretenido…
Así que con la excusa perfecta y rimel en las pestañas salió a la misma hora de ayer galopando en su bicicleta y Liebre con las extremidades y la cabeza en su caparazón por el viento.
Fue a la plaza y dejo a Liebre en la estatua como ayer mientras la vigilaba desde una banca al lado del kiosco. Y espero lo que a ella misma no se quería reconocer que estaba esperando, pero que por cada media hora que pasaba se iba desesperando…
-Magdalena, no seas ridícula, sé porque estás aquí, te conozco, no vale la pena esperar a alguien con quien no tuviste ningún contacto más que un dialogo ínfimo y nada más que cortés y normal entre personas que están acostumbradas al trato social. Además es obvio que él se olvido tajantemente de Liebre y sobre todo de ti. Ándate y quédate en tu casa como siempre- Le decía su razonable cabeza objetiva.
-No Magdalena, está bien que te la trates de jugar, no pierdes nada, espéralo, no es muy probable que llegue pero si vale la pena si es que lo hace - le decían sus sentimientos y sus mariposas del estómago que ya estaban agonizantes por tantos años que no aleteaban.
-A ver ustedes dos, están muy equivocadas aún viviendo dentro de mí, yo aquí no espero a nadie, vengo por Liebre- le respondía Magdalena a sus dos Magdalenas internas.
-No tienes la necesidad de mentirte a ti misma, ese si que es el peor camino, el que no te llevara a nada, llámanos cuándo quieras una opinión acertada, tú sabes donde encontrarnos.
Se quedo pensativa en la banca y Liebre la miraba desde los pies de la estatua exigiéndole volver a la casa, pero Magdalena estaba atada sin que nadie supiera y aunque quisiera irse no podía, porque una fuerza la detenía, esa fuerza del instinto.
Ya eran las ocho, y ahora era el reloj la fuerza opuesta que logró cortar las cuerdas para que ella partiera, desilusionada. Tomo a Liebre con un nudo ahora en la garganta y se detuvo a mirar un macetero que tenía los rayitos de sol como si hubieran sido carbonizados. Desencadeno la bicicleta y se fue entre las gotas tímidas que caían desde arriba. Al llegar a la casa arrojó a Liebre al sofá como echándole la culpa a la pobre criatura que, por fortuna, no se estrelló con una muralla.
-¿Ves Magdalena? Perdiste el tiempo esperando a un tipo común y corriente. - Le decía otra vez su cabeza con el tono típico de “Te lo dije”.
-Si tenía razón, mi lugar es debajo de este techo nada más.
Mientras que sus emociones y sus mariposas se enterraron muy al fondo de ella avergonzadas de su error.
Pero lo que las tres Magdalenas no tenían como saber, es que Nicolás hoy tenía otro horario por ser sábado y que la clientela aumenta, el gusto de la comida chatarra aflora más cuando es fin de semana. Pero al terminarse el turno, fue con casi nulas esperanzas de encontrar a ‘Liebre’ y a la tortuga en la plaza, cuándo llego alzó la vista buscándolas, pero no había nadie, ya estaba lloviendo y era hora de los estelares de las diez en la televisión o la hora de los panoramas para olvidarse del frío que estaba embargando a Santiago.
Esa noche Magdalena se enfermo drásticamente, y el rimel se desparramo por sus mejillas, por sus manos, por su chaleco, por sus sábanas, por el piso hasta embadurnar los pies de Liebre que decidió irse a hibernar debajo del sillón. A Nicolás no le paraban las micros, así que tuvo que irse en un colectivo hasta el departamento, salió al balcón a mirar como llovía y otra vez estaba con su infranqueable insomnio que sólo ayer se había desvanecido y ya no le quedaban pastillas, así que trasnocho con las luces apagadas y con la programación constante de las radios hasta que amaneció.
La mañana estaba espesa, para Nicolás que no durmió nada y que todavía no le decían cuándo sería su día libre, y para Magdalena, que se quedo atrapada en la cama por la pasta que se hizo entre el rimel y las lágrimas de medianoche, así que tuvo que deshacerlas con el agua del vaso de su velador. Buscó en todos los cajones y cajitas algún cigarro de emergencia, pero ya no quedaba ninguno y salió al patio, había un aroma romántico a tierra mojada que la salvó de ahogarse en su ensimismamiento y notó que la nuez ya había asomado un débil tallo a la luz. Se lavo la cara quince minutos y recién pudo despedirse del rimel que se había aferrado a su piel, y ahora era el turno de las sábanas y del piso.
Nicolás se comió sin mucho apetito el berlín que se había comprado ayer, pero no estaba añejo, y ese detalle lo ánimo a colocarse el uniforme y llegar temprano de nuevo a su trabajo. En el camino le dio unas monedas a un vagabundo que cuidaba a una manada de perros callejeros que le recordaron a su propio perro, se llamaba “boomerang” porque cada vez que lo castigaba para que se fuera al patio, el perro salía y en cuanto veía que Nicolás estaba desprevenido y se había dado la vuelta, fugitivamente el también volvía a entrar a la casa.
En la tarde Magdalena estaba aburrida, aún así había encontrado dos tréboles de cuatro hojas en su jardín y con lo supersticiosa que es, este hecho tenía un valor enorme, pero algo la molestaba y mascó más papel que los otros días, necesitaba salir e ir a la plaza pero ya había perdido a Liebre, lo que quería decir que había comenzado a hibernar antes que el año pasado, así que no había excusa para ir.
Salio corriendo, se subió a la bicicleta y cabalgó hasta estar al lado de la estatua.
Magdalena se sentó y esperó algo que estaba segura que no encontraría, estaba agotada y respirando con dificultad y no lo veía aún estando al frente, pero ahí estaba Nicolás sin razón aparente apoyado en la estatua y ahí estaba Magdalena tratando de calmar sus pulmones. Hasta que abrieron sus ojos que nunca dejaron de estar abiertos y se miraron…
A Nicolás no le salían palabras, quería mirar hacia otro lado, quería comenzar de nuevo el segundo encuentro tan esperado sin esperar tanto, quería que sucediera algo que llamara la atención de todos, un terremoto, un asalto, un fantasma, un mimo… para poder iniciar la conversación… pero al contrario de sus deseos, la ciudad quedó en silencio, las bocinas se apagaron, la pileta dejo de fluir, al testigo de Jehová no se le ocurrieron más argumentos proselitistas por lo que tuvo que callarse, en fin, ya nada se escuchaba, sólo la respiración de ella…
A Magdalena tampoco le salió ninguna palabra, sentía que su corazón latía desproporcionadamente al tamaño de sus costillas, le empezaron a sudar las manos y a teñírsele rosadas las mejillas y finalmente le tirito el ojo. Mientras que en su casa el futuro nogal desenvolvía su primera hoja.
-Parches curitas, la tira de diez a cien pesitos no más- les habló una señora de tan buen corazón que sin saberlo estaba moviendo el hielo entre ellos.
-Yo si quiero, gracias-le respondió Nicolás reprimiendo su caprichosa tartamudez.
-Qué Dios lo bendiga caballerito- le respondió la bonachona mujer.
Y Nicolás aspiro una profunda bocanada de valor.
-Ehh… ho-hola (su tartamudez lo traicionó) ¿Tú eres Liebre no cierto?
-¿Có-cómo? (Magdalena nunca había tartamudeado) ¿Liebre?, No, ella está hibernando.
Como estaba tan obstruido de mil pensamientos, Nicolás no entendió a qué se refería con que “ella está hibernando”, ¿Ella?, de quién estaba hablando, y además ¿hibernar?, ¿era una broma? , aunque antes de que ella le volviera a hablar capto su ineptitud y se acordó de la tortuga, y comprendió que en realidad no sabía el nombre de…
-Magdalena es mi nombre, pero dime Magga…
-Yo me llamo Nicolás, qué lindo nombre - le aclaró con una sonrisa indecisa.
Y todo ha quedado en silencio…de nuevo. Y miraron al suelo, los dos retrocediendo a actitudes infantiles, como si todos los años se hubiesen hecho añicos. Pero Nicolás estaba decidido a no perderla, ya había comprobado que vivir solo en el departamento día y noche era inhumano… y ella parecía la indicada por instinto.
-¿Quieres parche curita?- le dijo sin pensar y arrepentido de su nada de experiencia…
Magdalena ladeo la cabeza con un signo de pregunta en su expresión y se empezó a reír cada vez más alto hasta que sintió una mirada punzante en su espalda… que era el dueño del kiosco que todo lo había presenciado desde el viernes, y lo miro y empezó a aguantarse las risotadas…ya se había relajado, entendió que los dos estaban en la misma situación… Se habían buscado sin pretextos y ahora que se encontraban quedaron atónitos. A Nicolás esa risa lo enterneció tanto que le dio escalofríos pero mato su tensión y le estiro el brazo con la tira de parches como su primer obsequio.
Magdalena lo aceptó con los ojos brillantes.
-Y… ¿Qué haces aquí? ¿Estabas ocupado? -Le preguntó Magdalena con curiosidad pero recapacito…-O… ¿Estabas esperando a alguien? Lo siento, debo estar incomodándote. - Le dijo con los ojos bien abiertos pero mirando de nuevo al suelo.
-¿Qué? No para nada, es que… descanso un rato acá cuándo salgo de mi trabajo…-le mintió.
Magdalena lo miró con sentimientos encontrados, contenta de que no estaba esperando a una novia o una amiga y perturbarlo pero a la vez decepcionada, ya que en el fondo de sus esperanzas, una muy frágil le dijo que quizás él también quería volver a verla.
-¿Dónde trabajas?- le pregunto rápidamente para que no se percatara de su confusión.
-En ese local de comida rápida, es mi tercer día recién… Y tú… ¿Qué haces aquí un domingo a esta hora? ¿Me estabas preguntando si esperaba a alguien porque tú si? -le pregunto fingiendo naturalidad.
-No, yo también suelo venir aquí en mi pony. -le mintió también.
-¿En tu pony? -Le preguntó extrañado.
- Mi bicicleta -le omitió esta vez, era muy pronto para interiorizarlo en sus maneras y sus gustos, ella sólo esperaba que se abriera una nueva oportunidad para explicarle y mostrarle sus secretos.
Con una sonrisa de ternura y espontáneamente dijo finalmente las palabras mágicas…
-Si no estás ocupada, ¿vamos a alguna parte? -De lo cuál se arrepintió en el instante, era demasiado temprano, se iba a asustar, pensaría que es un psicópata y se mareo.
-Claro -lo dijo embriagada de felicidad, de lo cuál también se arrepintió ya que pareció la afirmación desesperada de una obsesiva histérica.
Y sorprendido, le dirigió una sincera sonrisa de gratitud, a lo que ella le respondió con una mirada penetrante con ese brillo que le cruza los dos ojos asimilándose a una estrella fugaz. Fueron a una fuente de soda que ya estaba por cerrar…
-Por favor, un vaso de bebida y nos vamos- le rogó Nicolás.
El mesero miro a su jefe para tratar de persuadirlo con rostro de implorando piedad: “No, por favor no los deje, he dormido 4 horas tres semanas seguidas”, pero su jefe no pensó lo mismo ya que habían vendido poco.
-Adelante no más -le respondió el dueño del local.
Magdalena encadeno su bicicleta a un árbol y miro los zapatos arruinados de Nicolás, escuchó salsa desde dentro y vio que había otro cliente además de ellos, era un payaso callejero y agotado, que muy probablemente trabajaba en esta misma calle ya que siempre se colapsaba de tacos y tenía un conjunto de palitroques plásticos al costado de su silla.
-Magga, elige lo que te guste, yo invito.
-Yaaaa!, quiero un capuchino, con una bondadosa porción de crema -miro amenazante al mesero que estaba escribiendo su orden, y le tirito un ojo.
-Yo quiero un shop mediano.
El mesero se fue y otra vez quedaron solos, solo se sentía la mirada del payaso.
-Y… ¿Qué te gusta hacer? -le preguntó Nicolás.
-Colecciono todo lo que puedo, tengo colecciones de carruseles, de diarios de vida, de flores secas, de pinturas hechas por mí, de naipes ingleses, más para ver los distintos estilos de joker que aparecen. Adoro los arlequines pero no son muy comunes, así que no tengo ninguno, -y se dio vuelta a mirar al payaso con ambición y éste se dio vuelta bruscamente al ser descubierto en su intromisión- Y me gusta cabalgar a mi pony.
-¿Realmente tienes un pony?...
-No, osea, no tengo un pony, es mi bicicleta, que a veces se me olvida que es que. ¿Y tú?
-No soy tan interesante como tú- le reconoció subiendo los hombros-, en realidad no tengo pasatiempos, sólo trabajo, y los días de semana estudio en un instituto vespertino diseño gráfico, pero no por gusto, mas bien porque me arrojaron a esa carrera…
-¿Quién te arrojo? -le pregunto Magdalena no entendiendo…
-Mi familia, ellos me salvaron de ser un vago, tenía la cabeza en la estratosfera y no pude dilucidar mi futuro y ellos lo eligieron por mí ya que mis tíos manejan una agencia de publicidad donde tengo una oficina prestigiosa asegurada, tú sabes, la pitutocracia.
-Me encantaría conocerlos -le dijo y obviamente se arrepintió, esa declaración ya significaba un lazo mucho más cercano y no pudo evitar mirar al payaso.
-Ellos no viven conmigo, siempre tuve una relación muy conflictiva con ellos y en cuanto pude me fui de la casa y ahora vivo solo en Santiago y ellos en Valparaíso.
Magdalena como era perseguida no estaba segura si entender eso como un rechazo o como una realidad, pero el punto era que él no opinaba que fuese una buena idea que ella los conociera, y agacho la cabeza como signo de error.
-¿Qué te pasa? -le pregunto Nicolás al ver la violenta reacción de desánimo que vio en Magga.
-Se está tardando el café -y fue al mesón y el payaso la seguía mirando de reojo.
-¡¿Abuelo?! ¿Eres tú? -Magdalena le grito al payaso. En ese momento sintió el peso de un planeta en su cabeza y se desmayo.
Quedó inconsciente horas ya que el golpe fue en la barra de fierro de la fuente de soda, Nicolás asustado vio como el payaso agarraba sus palitroques y salía corriendo y el mesero saltó a auxiliarla con una perversa burla como si fuera un castigo divino, Nicolás pago la cuenta sin siquiera probar nada y pidió el primer taxi que se le cruzaba.
-A la posta más cercana por favor.
-Claro caballero -lo miraba una mujer por el retrovisor y en un semáforo en rojo se dio vuelta y exclamó: ¡¿Magguita?! ¿Qué le paso?- y apagó el taxímetro.
-Se desmayó, algo la asustó pero no entendí que fue, ¿cómo se conocen?
-Yo soy su vecina, ella es tan tranquila y buena persona… no se preocupe por pagarme.
-Se lo agradezco señora… en realidad dejé casi todo lo que tenía en mis bolsillos en el local. ¿Cuál es su nombre?
-Ingrid…
En la posta se fijaron que ya tenía como espasmos en las manos, y presintieron que ya estaba pronta a despertar, y lograron que la atendieran de inmediato, pero en cuanto un doctor la tomo ella abrió los ojos y somnolienta se durmió.
-¿Qué le sucedió? -les pregunto el médico.
-Le vino como una crisis, realmente no puedo ser muy preciso, pero escuche un grito de ella y cuándo la vi estaba tirada en el piso inconsciente.
-Pero ahora está bien, sólo está con sueño, pero en todo caso les voy a dar la orden para una radiografía por si hubo un golpe grave y tratar de averiguar la razón del desmayo con su testimonio. Si es que es posible señor, podría despertarla…
-Si, como no doctor… Magga… -le decía despacio mientras le sacaba la chasquilla de la frente- Magga, el doctor tiene que hacerte unas preguntas y ahí te llevo a la casa... ¿bueno?
Y con dificultad empezó a restregarse los ojos con las mangas y logró recomponerse…
-Señorita, sólo unas preguntas y dependiendo de sus respuestas quizás se vaya ahora mismo, pero ojalá sea lo mas detallista posible. ¿Qué recuerda antes del desmayo?
-Ah… es que estoy confundida. Eh… me asusté y si no me equivoco me desmaye
-Y se golpeó con un fierro en la cabeza -agregó Nicolás- ¿con qué te asustaste? ¿Le tienes miedo a los payasos? El tipo salio corriendo cuándo te desmayaste…
Magdalena lo miro sin parpadear por unos segundos y con la boca semi abierta como tratando de acordarse de algo que ya estaba por surgir, Ingrid fue a sentarse a la sala de espera y el doctor trataba de comprender el asunto del payaso…
-Vi a mi abuelo, Nicolás, el payaso era mi abuelo- se acordó Magga exaltada.
Nicolás se quedo callado un minuto esperando una explicación, pero reaccionó que ella no iba a dar mayor explicación porque había dicho todo.
-Pero Magga, no tenía aspecto de anciano, era un tipo como de nuestra edad.
-¡No!, en serio, era mi abuelo y como lo descubrí en su truco salió arrancando… El era mago, y ahora se disfrazo de payaso, volvió de la muerte Nicolás.
-¿Qué?, no sabía que estaba muerto…
-Disculpen, pero debo lograr hacer un diagnóstico del desmayo, si es que me ayudaran a aclarar la situación…
-Doctor, ahora estoy bien consciente, fue porque me sorprendió ver a mi abuelo.
-OK, un flujo de emociones, entonces no fue nada grave, le recomiendo hacerse la radiografía por posibles traumatismos que no se detectan superficialmente, pero más que eso, nada, reposo unos días y estaríamos, ¡Qué les vaya bien!
Y el doctor salió con un aire molesto, y Nicolás lo noto.
-Si no es un paciente que necesite una clara cirugía lo atienden a todos como si estuviesen exagerando o todos los síntomas indican resfríos, no saben examinar como antes, ni te examinan y te mandan a hacer radiografías. Prefiero conseguirme una machi antes que uno de estos tipos que andan ostentando su titulo en el bolsillo y cometen negligencias cada tres de dos.
-Nicolás, ¿No me crees?, era mi abuelo, mañana necesito encontrarlo, debe trabajar en la calle de la fuente de soda… Por favor.
Nicolás estaba preocupado, la conocía hace tan solo unas horas y no entendía cuáles eran sus intenciones, él estaba seguro que no eran malas, pero no estaba seguro si lo hacía porque estaba jugando o porque de verdad creía en la resurrección o porque el golpe no había que tomarlo a la ligera, pero ella vio a su ¿abuelo? Antes del golpe. Magdalena seguía cansada, así que Nicolás la llevó en brazos hasta el taxi e Ingrid los dejó en la casa dónde ya se veía a un orgulloso y joven nogal reluciente en el jardín. Nicolás le saco las llaves del monedero a Magga y quedó maravillado con su hogar, era tan alegre, estaba lleno de pinturas en las paredes pero sin portarretratos, hasta en el mismo techo, había bonsáis en un mueble de mimbre, con un rico aroma a cera. Nicolás mirando de arriba a abajo todo, y tanteando el dormitorio de ella entre las puertas cerradas del pasillo, la encontró y la depositó en la cama que en la mañana estaba impregnada de rimel y ahora estaba suave y cálida. La tapo con el plumón hasta la cima del hombro y ella seguía en un sueño profundo, así que cerró la puerta y no pudo evitar conocerla por sus actos dentro de su casa, paso al baño para lavarse la cara con esas ojeras que bien retrataban también su cansancio y estaba como ningún baño al que él antes hubiera entrado, lleno de papeles pegados con scotch en las cerámicas con letras de canciones, poemas y etiquetas de colonias frutales. También había una palmera que viéndola ahí mismo no comprendía como cabía- Salió del baño y se obligó a irse a su departamento con una risa que se le contagio de esas rarezas que tanto le gustaron.
A la mañana siguiente el despertador levantó a Magdalena con una momentánea amnesia y asumió que Ingrid la dejó acostada en la madrugada después de la noche en urgencias del hospital y no pudo dejar de pensar en su abuelo reencarnado, y por qué de payaso y no como mago, y por qué no se había acercado a la mesa con ellos a tomar un capuchino como ella.
Nicolás, por su lado, estaba distraído dando vuelto de la caja y no se dio cuenta que le pasaron a un Andrés Bello muy mal impreso en un billete de veinte mil pesos y sin el sello de agua. Él en sus pensamientos ya no estaba seguro ni de haber visto un payaso, pero, si es que lo había, estaba dispuesto a apostar tirarse a un volcán a que el payaso no superaba los veinticinco años. Concluyó que era un juego de Magdalena, como su falsa cojera, como su ‘pony’, como su baño lleno de poemas. Al terminar su jornada, pasó por la plaza si es que acaso ahí estaba Magga, pero la estatua estaba sin compañía alguna así que la iba a ir a ver a la casa para comprobar si se sentía bien. Él ya entendía que vivir solo es cosa de valientes y si es que le pasaba algo, Ingrid estaría encima de su taxi muy lejos como para socorrerla.
Estaba cruzando hacia el paradero y vio a Magdalena sentada, ahí, mirando la cuneta y sus desperdicios, apoyando la cabeza en sus manos con el cabello cubriéndole el torso entero. Sintió como un sube y baja en la parte superior del estómago que lo detuvo un segundo y luego siguió cruzando porque ya la personita del semáforo estaba parpadeando.
-¿Magga?, ¿qué estas haciendo? ¿Te sientes bien?
-¡¿Nicolás?! -le respondió con una sorpresa sincera y feliz- Ayúdame, tú también lo viste -le pidió con un aire no tan sorpresivo ni feliz.
-¿Qué vi? ¿Al payaso?
-A mi abuelo Nicolás, es mi abuelo. Debo encontrarlo, llegué aquí con fe de que iba a estar haciendo trucos, pero tengo miedo que ya haya regresado.
-¿Regresado? ¿A dónde iba a regresar?
-No sé Nicolás, a dónde la gente muerta va cuándo muere supongo…
-Magga, tienes que entenderme que para mi no es fácil comprender que viste a tu abuelo ya muerto disfrazado en una fuente de soda y más encima dudo que fuera mayor que tú, Respóndeme eso… ¿Tú también lo viste como de unos veinte y tantos o no? ¿O lo viste ya anciano?
-No estoy segura, pero el aspecto físico no es la prioridad, puede haber estado con la cara de Elvis, pero yo lo iba a reconocer de la misma forma, fue un impacto tan grande cuándo lo vi bien, era él… Hubiera saltado tan alto de tanta placidez que hubiera llegado hasta el segundo piso, pero al contrario me desmaye… y no pude hablarle. ¿Qué debe haber creído? Ahora debe estar muy sentido, no quiero que se vaya con esa impresión de mí, además quiero saber porque volvió.
Nicolás la escuchaba con atención, como esperando el minuto en que se empezara a reír de él y su ingenuidad al creerle, pero ella ya había llegado a un punto aparte y todavía no sucedía el reconocimiento de la actuación, es más, lo observaba intensamente, como si estuvieran tratando de resolver una ecuación y ahora fuera su turno de encontrar la incógnita. Ella estaba dependiendo de él.
-Te voy a ayudar, pero no quiero que te decepciones si es que no lo encontramos, o si es que lo encontramos y no te reconoce como su nieta, o si también…
-Eres maravilloso, no voy a dejar de agradecértelo. -Y cerrando los ojos le dio un abrazo tan prensado como sus ojos y se quedó en su hombro emocionada.
Recorrieron todo el sector, dos sectores, tres sectores, abarcaron un área como el de siete estaciones de metro, buscando por cada pasaje por más pequeño y sin autos que fuera, ya que podía ser un payaso de rutinas de semáforo y de multitudes. Se detuvieron en cada ángulo de la Plaza de Armas si es que acaso estaba descansando detrás de un árbol o de la pérgola del ajedrez, y con la prisa de los dos no quedó ninguna paloma en toda la plaza, salían arrancando de esos dos que las alborotaban en su cena de migas y helados chorreados. Nicolás estaba ojeroso y a Magga le tiritaba su ojo. Volvieron a la fuente de soda del día anterior para ver si el payaso iba a diario.
-Hola, disculpa, nosotros estuvimos ayer aquí…
-Si, si me acuerdo -le contestó el mesero con un tono como para aclararle que no estaba muy contento de verlos ahí de nuevo- ¿Está bien la señorita?
-Sí, gracias, no fue nada grave -le contestó Magdalena tímidamente- ¿Te acuerdas que además de nosotros había alguien más en el local? Era un payaso con un sombrero largo a rayas…
-Si claro que lo recuerdo, por culpa de ese infeliz tengo que pagar de mi sueldo lo que él consumió, el desmayo de usted señorita le dio la oportunidad perfecta para hacer ‘perro muerto’.
-¿En serio? Es que no debe tener dinero, pobrecito… -Y Magga estaba al borde de las lágrimas cuándo Nicolás la sacó rápido antes de que empezara a repetir su historia.
-Magdalena, es un tipo común y corriente, que gana poco en las calles, que tenía hambre, no es tu abuelo, te hace mal que lo pienses.
Pero Magdalena ya no estaba escuchando por encima del hombro de Nicolás ella veía como un payaso vestido de rayas rojas y amarillas con un sombrero largo y alto y unos palitroques de los colores primarios estaba doblando la esquina y se alejaba por la vereda del frente. Y ella se desprendió de la llamada a tierra que le hacia Nicolás y salio corriendo a buscar a su abuelo.
-¡Abuelo!, ¡ABUELOOO!, ¡soy yo! ¡La Magguitaaa!
Nicolás veía como ella hacía su carrera hasta ese hombre sin saber como reaccionaría, probablemente asustado o despectivo, así que fue tras su paso para protegerla.
El malabarista se dirigía a un puesto de sopaipillas ya que otra vez no le alcanzaba para comer, solo para ahorrar para pagar el arriendo. Pero sentía un llamado que cada vez se hacía más cercano, y se dio vuelta por simple curiosidad y vio sin ver lo que solo su reojo pudo hacerlo ver que era la misma niña de la fuente de soda, a la que había utilizado como distracción para el ataque del ‘perro muerto’. El malabarista no podía creer que lo hubiera perseguido, quizás hasta quería cobrarle porque quizás la hicieron pagar a ella su churrasco o quizás era pariente del dueño de la sandwichería y ella era la carnada para que una banda de tipos lo apalearan en algún callejón o quizás se había enamorado de él… Cosa nada probable, así que empezó a correr tropezándose con el tumulto de gente de la avenida mirando hacia atrás y vio que definitivamente lo estaba persiguiendo ya que lo estaba acechando como una leona a su presa, aunque de a poco la veía más lejos, pero dos hombres desconocidos lo detuvieron de su huída ya que pensaron que éste había asaltado a Magdalena y empezaron a forcejear los tres hasta que lo alcanzó, y a los pocos segundos llegó Nicolás con el tórax contrayéndose sin parar.
-¿Te hizo algo? -le pregunto uno de los dos hombres a Magdalena mientras el malabarista ya estaba resignado en los brazos de ellos evitando mirarla.
-¡Suéltenlo! Por supuesto que no me ha hecho nada… Déjenme hablar con él -les respondió sin siquiera agradecerles el temerario acto y agarro de un brazo al malabarista y se lo llevo a una esquina, Nicolás por mientras entro a la panadería para no interrumpirlos pero si para estar cerca por cualquier cosa y vitrineó unos mantecados para la once, hipnotizado por el aroma a violetas que se escapaba de su cabello rosado. El malabarista estaba perplejo ante las palabras de Magdalena, no entendía para que iba a hablar ella con un tipo que abuso de su desmayo sin asistirla y se fugo para no pagar, además era extrañamente cariñosa, tanto por llevárselo del brazo como la mirada agresiva pero protectora que les dio a los hombres que lo atajaron.
-¿Por qué te arrancas? -le preguntó emocionada Magdalena.
-Disculpa, no debí hacerlo, pero no entiendo que…
-¿Por qué me hablas tan fríamente? ¿O acaso es que perdiste la memoria?
-¡¿Cómo?! ¿De dónde nos conocemos?
Magdalena se congelo, ella conocía a su abuelo y no era una broma, de verdad la desconocía, se quedo un rato en silencio abatida, -entonces los muertos pueden volver sólo con amnesia, pero quizás sea temporal, pensó esperanzada.
-¿Cómo empiezo? -se autocuestionó en voz alta Magdalena- Me doy cuenta que no es broma que no recuerdas el lazo que hay entre nosotros- (Mientras ella decía eso, el malabarista inmediatamente recapitulo en sus ex-novias y era solamente un par, que ninguna de las dos claramente era identificable con la mujer que tenía en frente, y no conocía más mujeres que esas, por lo tanto seriamente se pregunto si es que tenía amnesia, ya que él también veía en sus ojos una cristanilidad imposible si es que estuviera mintiendo) -pero yo realmente te extraño mucho desde que te fuiste- siguió Magga- y por eso quiero proponerte que vuelvas a vivir en nuestra casa.
-¡¿Qué?!, -y se atraganto sin estar masticando nada- ¡¿Vivíamos juntos?! ¿Cómo te llamas?
-Magdalena, bueno, yo obviamente sé tu nombre…-y le regalo una sonrisa llorosa- Rafael… ¿cierto? -no se aguantó más y como tres lágrimas le corrieron por cada ojo.
Y al contrario de lo que se imaginaba Nicolás, el payaso respondió más emocionado entre miedo y desconcierto que Rafael si era su nombre. Nicolás también se atraganto pero con el mantecado y salió de la panadería para ver la increíble escena surrealista que estaba encima de él. Magdalena abrazó a su ‘abuelo’, pero este no asimilaba todavía que no iba a tener que pagar arriendo aparentemente, porque al parecer ya se había comprado una casa con la señorita que le estaba expresando tanto cariño y al rato la abrazó también inseguro pero finalmente feliz. Ya en ese momento Nicolás no estaba con una crisis de irrealidad, sino más bien con algo de rabia hacia el supuesto abuelo de la mujer que había conocido hace unos tres o cuatro días… Magdalena soltó a su abuelo y vio que Nicolás seguía ahí fiel ante la escena mirándola algo inexpresivo, y así ella se lanzó también a dalre un abrazo, un tanto más corto, un tanto más lejano, un tanto más por compromiso.
-Yo sé que muy dentro de ti desconfiabas de mi instinto, pero ahí te comprobé que lo encontré. -Al terminar la oración le tiritó un ojo y se le abrió una sonrisa que casi supera el área de su cara. Y Nicolás la miro y también le dio una sonrisa pero hipócrita que no lograron captar ninguno de los presentes.
-Bueno Magdalena, compré mantecados y brownies, supongo que estarás hambrienta después de la fantástica carrera que diste tras…él -toda la frase con un tono resentido y sarcástico que en las nubes de Rafael y Magga no era percibido.
-¿Magdalena?, bueno, dame nuestra dirección y yo llego en unos dos días, tengo que contratar al camión de la mudanza… y me alegro mucho de que esos hombres me hayan detenido, hicieron que me llegara una gran noticia -le pronunció Rafael con algo de euforia.
-Claro, claro, quédate con mi agenda que no tengo lápiz, en los datos personales aparece y bueno, te espero, te quiero infinito -Le dijo Magga y le dio el último abrazo.
Con estas palabras Rafael estaba ya seguro que había sido su ex, y que por alguna extraña razón algún trauma hizo que fuera borrada de su memoria, pero al no darle un beso también le dejo claro que el regreso al hogar no quería decir una vuelta a la relación, pero mágicamente sintió un veloz afecto por ella, y toda la noche reflexionaba sobre si darse una nueva oportunidad, ya que parecía una buena mujer, linda como muñeca de porcelana y tierna.
Nicolás estaba de un humor negro y espeso, ahora no se dejaba llevar por una simple coincidencia de nombre, tenía que salvar a Magdalena de un sinvergüenza que no la ayudo cuándo se desmayo, hizo perro muerto el muy infeliz y además se da el lujo de usurpar de la casa de una niña ingenua que todavía estaba enredada en cuentos de hadas o trucos de magos, quién sabe que tipo de nomenclatura de anomalías tenía en la cabeza. Pero tenía bien claro que no iba a mencionarle su incredulidad de que el payaso era su abuelo, ya que ella era porfiada y llevada de sus ideas. Así que actuaría hasta desenmascarar a Rafael como si él se hubiera tragado toda la historia. Y a la vez estaba ahora más convencido que nunca que a pesar de conocerla hace dos días le tenía la fidelidad de dos décadas y que la rescataría.
-No me estás escuchando… -le dijo molesta Magdalena.
-Perdona Magguita, es que estoy para adentro, es una experiencia única la que estás viviendo, es una oportunidad irrepetible de tener a un ser querido de vuelta, estoy muy contento por ti.
-Pero al parecer tú contento por ti no, es normal, pero no es sólo que estés no-contento sino que te molesta la situación.
-Error Magguita, si ves que estoy de mal humor entonces puede ser algo inconsciente, debe ser porque me tiene muy deprimido algunas cosas, pero dan lo mismo… -Nicolás estaba dando pie para que Magdalena le preguntara “¿Qué cosas?” lógicamente como si no esperara la pregunta…
-¿Qué cosas? -le respondió Magdalena dándole en el gusto y preocupada.
-No importa, son trivialidades, me tengo que acostumbrar, sólo es eso…
-Nicolás… Basta, sólo dime, me siento con el deber de ayudarte, tú fuiste un gran apoyo este día para mí, quiero retribuirlo de alguna manera…
-Lo que pasa es que no soporto mi departamento… -Se lo dijo implorando un obvio salvavidas.
Nicolás sólo le tuvo que contar algunos detalles más sobre lo que sentía en su departamento, aunque todo amplificado y con ojos muy grandes y muy brillantes, así que Magdalena le contestó: “Bueno hay sólo dos dormitorios, pero no creo que a mi abuelo le moleste que ocupes su sillón como litera” Y planificó que muebles estaban de sobra para el hogar que era para dos dónde iban a convivir tres, pero en conclusión si estaba más contenta aún. Nicolás se imagino con ella viviendo ahí, él escribiéndole recordatorios en baño, llevando bolsas de supermercado con frascos con crema de todos tipos, con Liebre en cualquier momento o lugar, viendo las noticias de las nueve con el equipo de música tocando canciones en inglés, imagino su planta muerta en medio de las plantas de Magga llenas de vitalidad, alacenas sin condimentos añejos, y tantas cosas que iba a descubrir como funcionaban en su itinerario cotidiano… Pero todos esos pensamientos luminosos se esfumaron al figurarse a Rafael deambulando también por esos pasillos, regando los tulipanes quizás, y ella suspirando a su lado y amándolo sin merecerlo. La veía a ella, veía que sus labios se estaban moviendo rápido y con ritmo, así que dedujo que ya estaba cantando desafinado, pero él no la escuchaba, veía su pelo claro, rosado y risueño como se mojaba con la ácida lluvia del centro, también veía esas pestañas encrespadas naturalmente y esos ojos con estrellas fugaces algunas veces café, otras amarillos. Esos labios carmines que brillaban y esas mejillastraviesas, un cuello sofisticado, a él le encantaba observar los cuellos, y ese cuello era perfecto y como caía en esos hombros, y como se movían sus brazos al caminar, ella si que sabía como mover los brazos cuándo caminaba, ya que él se encontraba muy aturdido cuándo caminaba y sus pantalones no tenían bolsillos, ni sus polerones. Ella ahora empapada y con la chasquilla forrándole los ojos y riéndose de no tener paraguas y de que no le importara le dio un ataque de ternura al ver a Nicolás siguiéndola apenas conociéndola, escoltándola hasta su casa de buen ánimo, con frío, con sueño, con cansancio; sintió ganas de meterse bajo el liviano polerón azul de él mirándolo a la cara, él caminando normalmente hacia delante, y ella atrapada caminando en reversa muy cerca de él, compartiendo los cuatro brazos las dos mangas y mojarle la barba con el pelo, aunque estuvieran apretados, ella se imaginaba que sería rico, pero todavía era muy pronto y su polerón muy delgado como para darle cabida a una segunda persona con el cierre hasta arriba. Desechó esa idea, pero necesitaba una recompensa y se agarró del brazo de Nicolás apoyándose en su hombro y dejándolo húmedo, y él actuando como si no le importara pero aprovechando que todavía tenía unos días antes que llegara Rafael.
Llegando a la cerca verde de Magdalena, Nicolás se sorprendió de ver un árbol grande y que se pronosticaba como para ser gigante en el antejardín que tan sólo ayer estaba salpicado sólo de arbustos y flores. Le preguntó si lo había plantado recientemente y ella le respondió que ese nogal había sido tan sólo una nuez hace unos cuatro días… El tamaño del árbol no avalaba al testimonio de ella. Magdalena estaba extrañada, era como si a él le hubiera sorprendido ese nogal porque con anterioridad había visto que su jardín no lo tenía, ya que según ella ésta era la primera vez que Nicolás entraba a la casa, por lo menos si era la primera vez que entraba y ella consciente.
Magdalena puso la mesa, tenía todas las tazas con diseños diferentes y sicodélicos, una luz anaranjada, a una tortuga perdida y unos girasoles en un florero de greda. Hizo el café, derritió la crema, prendió el televisor y el equipo junto con la estufa a parafina que le daba alergia y ganas de llorar y sirvió los mantecados y los brownies. La lluvia ya estaba intensa afuera, y creyó que era el momento apropiado para informarle a su nuevo conviviente de sus hábitos:
La adquisición excesiva de crema y mazapanes y café y pastas y chocolates y nueces. La hora que le tomaba escribir su diario era sagrada, (aunque no comento que la mitad de ese tiempo era para escribir el de Sebastián), el tiempo que había que dedicarle a las plantas en hablarles y hacerles cariño, sus paseos en pony, la recolección de las migas del pan en el mantel al terminar las comidas para dárselas a las tórtolas y a los zorzales, las torres de periódicos viejos y la película infaltable en el día, daba lo mismo la hora. Ella le preguntó a Nicolás también de sus costumbres, pero en realidad él no estaba acostumbrado a nada, sólo salir al balcón en la noche, cosa que no podía hacer ahora, aunque él deseaba decir algo como para pasar por interesante, pero no tenía mañas. Vieron un musical que no les gusto y ella se quedo dormida, y nuevamente la llevo hasta su dormitorio y la acostó y observó todos los cuadros pintados, globos de helio amarrados al escritorio, los peluches siniestros de la repisa, el cenicero del velador sin vela y un libro que se notaba que no había abierto jamás. La alfombra manchada, las huellas de sus manos en las paredes, espejos con formas de sol a diferentes alturas, candelabros con apariencias frutales, y sintió un leve aroma cálido que provenía de la piel de Magga…se acercó y capto un vaho dulce a popcorn que lo enajeno y se fue feliz de la pieza como si hubiese sido el mejor día de su vida aunque en realidad lo hubiera pasado tan mal y tan celoso, pero esa sensación a popcorn le dio las energías suficientes para llegar a su departamento y embalar, todo le cabía en sus bolsos y mochilas sin la necesidad de una infinidad de cajas y bolsas de basura, y el resto pertenecía al arrendador, el refrigerador y todos los objetos restantes, así que ya estaba amaneciendo y el dejo sus cosas por la ventana en el hogar de Magga casi botando al macetero que contenía un bonsái… Se puso el uniforme y fue a trabajar.
Magdalena se estiró horizontal y verticalmente varias veces, bostezo unas cinco y le dieron regodeones hasta que logró despertarse y fue al comedor y ahí estaba la avalancha de bolsos y mochilas y las fue ordenando en el armario y por el jardín trasero también y se decidió a dejar muy suave el sillón para que durmiera como en seda.
Ella quería oler a frambuesas pero el popcorn emanaba sin tregua, lo que ella no sabía es que ese aroma iba a ser el licor más adictivo para Nicolás…. y para Rafael.
Magdalena pensó en Nicolás al mismo tiempo que él en ella, y Magdalena se rió sola al terminar de acomodar las almohadas y Nicolás le echó salsa al helado también riéndose solo, y el cliente miro el producto desconfiado de que se estuviera riendo de él.
A la hora de la teleserie llego Nicolás, y vio que el living estaba transformado en un dormitorio más, aunque todavía no se sentaba, con tan solo ver el sillón se sintió cómodo como en un mar de plumas, y vio a Magga con el delantal de cocina y con la mesa servida… ella misma había preparado panqueques esta vez con manjar derretido y azúcar flor, y para ella crema. Y Nicolás se sintió tan poco solo como si estuviera con trescientas personas en un recinto muy pequeño, pero sólo era una, era ella y era suficiente… y Magdalena se sintió tan realizada, como si su vida por fin tuviera un norte definido, un este, oeste y sur, los dos estaban preparando y amasando una relación en muy poco tiempo, lo que era reconfortante y peligroso.
Al ir a ver una maratón nocturna de comerciales antiguos, Magdalena se acordó de la cojera de su abuelo y como se le levantaba el bigote cuándo se sonreía, pero esas señales de recuerdos llegaron a Rafael, que mientras veía la que sería en unos minutos su ex pieza vacía y sus maletas en la puerta pensaba en Magdalena, en su recién detectada amnesia… y su amigo, Jorge, un músico que se creía bohemio, vanguardista e intelectual y en esos momentos se despedía como con los ojos drogados, una voz lenta inaudible y un “abrazo” sin mucho brazo, mas bien una palmada en el hombro deseándole una superficial buena suerte que Rafael asentía sin escucharlo, era la última noche que pernoctaría en la casa de su amigo y él ahora tenía una tocata en el barrio Bellavista en un pub dónde se camuflaba con más gente igual a él.
Rafael se acostó nuevamente pensando en Magdalena y Magdalena sintió que su “abuelo” estaba pensando en ella y se largo a reír, Nicolás se dio cuenta de este hecho y se taimo, fue a buscar una frazada de su equipaje y se acostó en el sillón hecho como de nubes por el suavizante de Magga, por lo que tanta rabia se diluyo en cansancio y comodidad. A Magdalena le daba ternura verlo acurrucado ahí, aunque era notorio que se había enojado, ella no comprendía la causa… pero no le pregunto para darle su espacio a sus mañas que, según él, no tenía y le vino un escalofrío de felicidad que le dio un sueño brusco. Hoy por primera vez hace mucho tiempo, dormían tres en esa casa, ya que Liebre estaba escondida por alguno de los muebles, y ya mañana serían cuatro…
El nogal esa noche creció tanto que ya se asomaba por la ventana que alumbraba a Nicolás que ya se preparaba para irse al trabajo, se sentía recuperado, aunque no sabía de que, pero tenía fuerzas renovadas y fue a ver a Magga a su dormitorio que tenía los ojos cerrados y le dio su primer beso en la frente sin que ella se percatara y salió. Unas horas más tarde ella andaba en camisa de dormir todavía y la campana suena, ella va corriendo y abraza al que estaba detrás pensando que era su abuelo, pero era el señor que cambiaba flores por zapatos viejos, y Magga recordó malignamente los zapatos de Nicolás pero se arrepintió y prefirió perderse las flores, claro que el señor quedo animado por la bienvenida tan amorosa de la niña… así que como sorpresa le dejó cerca del buzón unas hortensias que eran relativamente mágicas.
Rafael dejó la gran casa de su amigo, pero no se atrevía todavía a tomar el taxi que lo llevara a la dirección que escribió su “ex” en su agenda, así que se quedo en el parque de la estatua con la agenda ya estropeada pero las palabras habían quedado más grabadas en la memoria que con tinta en el papel, así que a la hora de almuerzo, tratando de no pensar en para que lo hacía, pidió el taxi, y cuándo le dijo el domicilio la conductora le respondió que era su vecina y que no le cobraría, esa vez iba por cuenta de la casa, lo que puso más nervioso a Rafael de ya estar en contacto con el mundo de su pronta conviviente.
Al llegar se asombró del lugar dónde viviría, las panderetas no eran grises como en el resto del barrio, sino que estaban pintadas de paisajes al estilo impresionista y con arcoiris, y el jardín también estaba llenos de colores, el buzón tampoco era negro como el resto, sino que hacía juego con el verde de la cerca, y el nogal se veía como con vida propia, eso si casi se tropieza con las pequeñas hortensias de la entrada, que prefirió correrlas. Tocó la campana y esta vez por la experiencia reciente, Magdalena fue más tranquila a abrir, pero al ver que era su ‘abuelo’, se tiro encima de él y lo botó, aunque cayó lo mejor posible en el largo césped. Al rato él ya estaba instalado en la pieza que había sido de él supuestamente, pero no pudo reconocer ningún objeto, además que tenía todo un olor a naftalina y a madera como si fuera mas bien la pieza de un anciano que era así en realidad, pero tenía unas rosas frescas en el escritorio y absolutamente nada de polvo, y se extraño al ver que las camas eran de una plaza nada más (¿dormían separados o vendió la cama de dos plazas?), pero acomodó sus utensilios de malabares, pelotas y palitroques más que nada, y una que otra antorcha y persiguió el aroma de la cocina, un magnifico pollo a la crema que se escapaba por el horno que Magga estaba cuidando. Apoyado en el refrigerador, Rafael la contemplaba tratando de olvidar su amnesia, pero ninguna chispa de ella logró encontrar en su mente, y se rindió ya al sentarse a la mesa.
Cuándo Magga estaba lavando la loza, Rafael se dio cuenta de la cojera de su pierna izquierda, del tic en el ojo y su buen proporcionado cuello. También se dio cuenta que Magdalena le hablaba con un cariño no de pareja, y cuándo ya se iba a la avenida principal para hacer sus malabares frente a los automovilistas cayó en la cuenta que ella ya no estaba enamorada de él… y se sintió extrañamente mal, ya que él tampoco estaba enamorado de ella pero si tenía la impresión de que lo estaría.
Nicolás llegó como de costumbre a la hora de las telenovelas que Magga veía atenta con cabritas, quizás por eso tenía ese aroma impregnado a la piel. Y Nicolás se sentó al lado de ella, le dio un beso en la mejilla y le entrego un paquete de pasteles para la noche y un títere para los dedos de una gallina. Conversaron y ella como si nada le comentó que su abuelo ya había llegado y que estaba trabajando ahora de “mago malabarista” al frente de la fuente de soda dónde lo encontraron por primera vez, él desconcertado no pudo esconder la cara de suicidio que puso y estrenó su sonrisa más falsa, de la cual Magga lo miró con ojos muy pequeños de análisis y no le creyó ni con toda la ingenuidad que ella depositaba en él esa felicidad llena de mirada asesina.
-Nicolás, no entiendo por qué cada vez que te hablo de mi abuelo pones esa cara, es la única familia que tengo en este país, tú ya sabes.
Nicolás obviamente no iba a seguir su propio juego, ya no tenía sentido esconder lo que se le escapaba por los poros y ojos.
-Está bien, si es verdad que me indigna que ese tipo llegue aquí, pero te digo, sé que no tengo derecho a disgustarme ya que es tu vida, tu casa, no tengo opinión que dar acá.
-En el momento que te invite a vivir aquí esta casa se torno tuya también, y si me gusta que opines, pero es que no entiendo tu ira hacia un parien…
-¡No es tu pariente! ¡ENTIENDELO! -El grito de Nicolás hizo que a Rafael en la avenida se le cayera la antorcha y por lo tanto los automovilistas se rehusaron a pagarle por un espectáculo fallado, el grito de Nicolás causó que Liebre se despertara y se reacomodara en su escondite, el grito de Nicolás causó que el nogal diera su primera nuez que maduro al instante y se cayo entre las hojas. Pero Magdalena se hizo la sorda y Nicolás entendió que era mejor no repetírselo.
Entre esa mágica sordera temporal, Magdalena se dio vuelta y miro por primera vez a Nicolás desde que se había encontrado con su ‘abuelo’ como el hombre que la había hecho sentir bien y mal al mismo tiempo, que la hizo ir a pasear a Liebre sin necesidad sólo para ver si estaba él y aún no reconociéndoselo a sí misma, él era el hombre que la hizo sentir que había una vida nueva esperándola, sin más soledad. Nicolás levantó una ceja como signo de que la encontraba rara, ahí parada con la cabeza girada hacia él como examinándolo, como si fuera la primera vez que se diera cuenta de su existencia en esa casa. Magdalena recapacito y se encerró en su dormitorio sin excusarse de su inhabitual conducta y dejó la conversación a medias y a Nicolás con la rabia cortada.
Y es que cayo en la cuenta que había estado tan ocupada con la reencarnación de Rafael que había pasado por desapercibido al que ella quería que fuera su compañero de lunes a domingo, con quién quería despertar todos los días para que fuera al trabajo, e ir a buscarlo a éste y que sus colegas la conocieran como la única mujer en su vida, hacerle una colación cariñosa, hacer el aseo para alguien más que no fuera ella, ir al supermercado y enojarse con él porque no la esperaba en los pasillos y se iba con el carro solo. También ir a un parque y tomarse un helado que los chorreara hasta las mangas, y sacar fotos malas y aburridas sin nada de arte porque ninguno de los dos poseía el don de detectar y captar. Soñar con unirse en las tardes como a las siete con lluvia y los dos en pijama y con la estufa a kerosene que les irritaba los ojos. Pensar que todas sus fantasías de niña estaban ahí sentadas en el sillón con un paquete de pasteles y otro de cabritas a medio terminar con la teleserie.
Claramente este era un estado de lucidez más que de rarezas como pensaba Nicolás, una lucidez que alcanzó hasta a cuestionar si Rafael sería realmente su abuelo o sólo ella lo estaba convirtiendo en eso.
Magdalena había perdido tanto tiempo… ¿qué mala impresión tendrá Nicolás de ella?, pues no recordaba cómo lo había tratado y ahora tampoco sabía como tratarlo, no podía cambiar así como así, y se vio obligada a actuar un papel del que no tenía antecedente ni libreto alguno, qué decirle cómo para que no creyera que había cambiado súbitamente pero como para mejorar su actitud de hielo de la que suponía él había sido víctima… Como ella era ella, no podía simplemente empezar de cero y tratarlo cómo ella sentía y quería tratarlo, NO… eso hubiera sido una humillación, así que se disfrazó de la mujer sólo interesada en su abuelo resucitado y que tan sólo era cordial con la visita que pernoctaba en el hogar, no cómo si él fuera piso, murallas y techo de su nueva vida.
Magdalena volvió cuándo ya la teleserie se había acabado y le dio a Nicolás un monólogo de su abuelo, cómo era, cómo es y cómo será, su objetivo era aburrirlo pero Nicolás ya estaba acostumbrado a no aburrirse de ella, el disfrutaba cada momento en que su atención estaba aunque fuese parcialmente dirigida hacia él y sólo esperaba que Rafael no apareciera por la puerta que fue exactamente lo que hizo, al ver la escena de Magdalena y Nicolás en el sillón tan familiar, se sintió el interruptor de la película en su parte más conmovedora aunque fuera un panorama tan distante.
Magdalena escondía su alegría de tener a Nicolás ahí tan sólo escuchándola y se vio un poco perturbada al ver a Rafael sin tener claro aún si él era su abuelo, un mago del submundo o un simple malabarista callejero y delincuente que la asesinaría sicópatamente un día por la noche, pero todo se lo silenciaba.
Nicolás, por otro lado, se sintió derrotado y afligido cuándo llego Rafael destruyendo la atención que le había regalado Magdalena y que seguramente se enfocaría en atenderlo a él, un patán que se aprovechaba de las buenas intenciones de ella.
Rafael, que se sentía más desmemoriado que nunca, estaba celoso de ser el tercero, el ‘otro’ en la historia y no su ex y su próxima pareja, por alguna buena razón Magdalena lo había invitado a vivir a su casa, porque no lo había podido olvidar aunque él si a ella lamentablemente… y no sabía como recuperarla, ya que estaba claro que el amigo que vivía con ella no quería ser tan sólo su amigo.
Al final todos estaban interpretando un papel diferente para cada unos de ellos tres y se escondían en esas máscaras de ‘aquí no ha pasado nada y se vive en una situación normal’ Rafael se fingía hasta a si mismo estar enamorado de Magga, a la que le cambia de apodo para tener mayor complicidad con ella, y la bautiza como Magdy, a él le suena estúpido el nuevo seudónimo, y a Magdalena también, les parece forzoso y los dos saben por qué, pero ninguno lo comunica, así que al final Rafael si consiguió la complicidad que quería… una complicidad irrelevante pero complicidad al fin y al cabo.
Entonces así era, Rafael enamorado sin amor de Magdy, y Magdalena enamorada del Nicolás del futuro, porque todavía no se conocían como deberían conocerse los enamorados. Y Nicolás enamorado de Magga porque los celos son un índice de amor ¿o no? Y él sentía muchos celos, realmente muchos, cuándo estaba y no estaba Rafael, porque se imaginaba que Magdalena se imaginaba más feliz con Rafael que con él. Al poco tiempo Magdalena y Nicolás olvidaron la historia de que Rafael era el abuelo reencarnado de Magdalena, por lo tanto Rafael nunca supo la razón verdadera de su estadía en la casa de esta niña que tenía su mente en el futuro y su cuerpo en el presente.
Después de las primeras semanas viviendo juntos interrumpieron los protocolos, ahora pasaban más tiempo separados los tres, que juntos los tres. Cada uno en su habitación o en su sillón. Los tres ya tenían ojeras y estaban cansados de actuar, pero tenían que seguir haciéndolo y no sabían por qué. Ninguno de los tres quería ser el primero en detener la función así que se condenaron a las obras de teatro hogareñas y sin público. Y las ojeras se siguieron ennegreciendo con el tiempo.
Magdalena lloraba con cada libro que se terminaba por las noches, fueran finales felices, tristes, aburridos o incomprensibles. Magdalena necesitaba una excusa para llorar, aunque no estaba deprimida, estaba cansada, cansada de no poder hacer volver su mente al presente. Además de no acordarse porque había traído a Rafael a vivir a su casa, aunque últimamente con lo poco que lo veía le agradaba su presencia… era como un chiste corto que te provoca una sonrisa.
Nicolás se apropió de la antigua tradición de Magdalena de pegar con scotch dibujos, poemas, recordatorios, páginas desprendidas de cuentos enmohecidos y publicidad que le gustaba en el baño. Así que Nicolás en los momentos de ocio se dedicaba a empapelar su dormitorio de dibujos, poemas, recordatorios, páginas desprendidas de cuentos enmohecidos y publicidad (que no le gustaba, porque Nicolás odia la publicidad, sólo era la necesidad de sentir una conexión con la Magga que la sentía cada minuto más inatrapable, Más lejos aún que el día que no la encontró en la plaza de la estatua con Liebre al salir del trabajo). Y se desquitaba empapelando todo y dejaba para mañana los textos del instituto.
Rafael estaba desconcertado e incómodo, efecto retardado, ya que debió sentirse así desde el primer segundo que aceptó irse a vivir con Magdy, su ex novia que nunca fue su novia, así que como consecuencia tampoco su ex novia. Eso hizo que se comprara una pelota amarilla anti-estrés que apretaba cada vez que estaba solo o que no estaba practicando malabarismo que en realidad también estaba solo.
Una lloraba por no estar presente, otro estaba volviéndose loco decorando, otro estaba estresado de no entender y de no preguntar. Porque aunque nunca habían firmado un contrato, al parecer si lo tenían, un acuerdo escondido e invisible que los detenía cuándo ya no aguantaban sus dudas.
Un día Magdalena lloró tanto con un libro que contaba la historia de un tigre azul cobalto que despertó. -“¿¡DESPERTÉ!?” Regresó en sí. Buscó en el cajón de su velador algo que no sabía que era… Extrañamente encontró una cajetilla de los cigarros mentolados que abandonó siendo que los había botado todos, saco pedazos de periódicos que un día ella había encontrado interesantes, también saco las tiras de papel que a ella le encantaba comer pero que no le encantaba que se le atascaran entre medio de los dientes. Un chicle casi nuevo, porque estaba mascado pero poco y todavía tenía sabor, sabor a manzana verde. Había encendedores, un disco rayado, una goma de borrar, un mazo de naipes incompleto, una bolsa de papel de regalo, medicinas, una cuchara con restos de crema y de manjar, un lápiz morado, una foto, unas llaves, un cuaderno de sus malas teorías filosóficas, excesivamente malas por cierto, y muy al fondo (siendo que no debería estar tan al fondo ya que el objeto era más nuevo que los otros en el sentido de orden de llegada al cajón) un parche curita, lo tomo y pensó que eso quizás era lo que estaba buscando. Ese parche curita fue lo que hizo que le diera frío en la médula espinal, como si un fantasma la hubiera traspasado, porque los fantasmas conocen tanto las leyes naturales de las cosas sólidas como los vivos conocen tanto las leyes naturales de las ‘cosas’ espirituales. Se colocó el parche, el primer regalo de Nicolás en una herida que sangraba poco pero que dolía harto en la falange del pulgar, aunque hubiese sido más romántico que fueran en el dedo del corazón, pero no, fue en el pulgar, y Magdalena odiaba el dedo pulgar, de ella, de todos, de las manos y de los pies, porque era burdo, pensaba que más que pulgar debería haberse llamado vulgar. Se colocó el parche entonces en su dedo vulgar y dejo de llorar, se levantó, ordeno los cojines de la cama y fue a ver a Nicolás… Rafael no importaba, porque tan sólo era un chiste corto, había despertado de su estado catatónico y Nicolás tenía que ser el primero en enterarse porque él era una vida divertida.
Magdalena tuvo que abrir ya que Nicolás no abría la puerta de su habitación y Magdalena no hubiera podido entrar si no hubiese abierto la puerta. Y se dio cuenta de todos los dibujos, los poemas, los recordatorios, las páginas desprendidas de cuentos enmohecidos y publicidad que taparon las paredes. Pero también había un calendario. También había un papel más grande que el resto, del tamaño de una cartulina, y que en realidad era una cartulina, que decía:
“Te esperé pero no me abriste nunca la puerta cuándo te iba a buscar, te esperaré toda la vida, tú sabes dónde buscarme y siempre te abriré el día que decidas hacerlo, te estoy esperando detrás, por favor ábrela, que quiero que nos encuentres”
Y Magdalena se saco el parche curita y se puso a llorar porque no le gusto lo que vio, era peor aún que sólo lo escrito, habían dos mensajes. Uno que queda claro, que Nicolás la esperó mucho tiempo, no fueron semanas, tampoco meses, habían pasado años. Años de actuaciones. Y Nicolás había sido el primero en detener la función, no Magdalena. Él se le adelanto. Y el otro mensaje era aterrador, era horrible, era para llorar toda una vida y más vidas. Ese mensaje estaba a la vista. Aunque ahora no se note. Magdalena salió al patio y el nogal estaba grande, realmente gigante… y habían nueces podridas en el jardín como para alimentar a un ejército de elefantes por tres años.
El segundo mensaje no estaba escrito como mensaje, el segundo mensaje era la caligrafía. Era la letra de Magdalena…
Ella siempre había sido muy cuidadosa al escribir el diario de vida de Sebastián, pero tanto tiempo viviendo su mente en el futuro la confundió y se equivocó, se arruinó. Escribió el mensaje de Nicolás con su letra, no con la letra de Nicolás. Y se dio cuenta que Nicolás era tan real como Sebastián, su hermano. Y Nicolás y Sebastián eran tan reales como Rafael. Magdalena vio todos los papeles de la pieza que tan perfectos había colocado ella en todos esos años con la letra o la manera de pintar de Nicolás, y había escogido la publicidad que a Nicolás no le gustaba pero que a ella sí.
Magdalena cabalgó en su pony toda la madrugada llorando, viajando con cuerpo y mente en el presente, con el rimel que a penas la dejaba ver porque rimel y lágrimas da un pésimo resultado, buscando a Nicolás… buscando la puerta, tenía que encontrarlo, porque si no sería demasiado tarde para los dos… Aunque ya era demasiado tarde hace años de tardes. … y nunca encontró a Nicolás, porque en realidad ¿Nicolás no existía?.
Magdalena se había equivocado, era un error fatal sin un nuevo acceso, sin más oportunidades. Magdalena se dijo así misma el truco de magia que se había escondido por tantos años y era que ella siempre había estado sola. Y los trucos de magia no deben ser revelados como tanto se lo repitió su abuelo. Llegando a su casa después de dos días de búsqueda sin dormir y sin comer, (es más se desmayo en las escaleras del metro y un tipo, estudiante y empleado de un local de comida rápida que se llamaba Nicolás la llevo a enfermería y la encontró tan linda y tan tremendamente triste que le dejo un papel en el bolsillo del chaleco con el teléfono y el nombre) fue al patio de atrás que estaba lleno de ratones y desempolvó un hacha y logró cortar el nogal después de tres días y ninguno de los vecinos se había dado cuenta de esta ardua tarea. Hizo que los cables se cortaran, corto el tránsito y muchos más problemas que Magdalena con sus ojeras, las ojeras de Rafael y de Nicolás tomó con indiferencia sincera y absoluta. En la cocina se acabó el frasco de crema chantilly, espesa y líquida… se fumo el último cigarro mentolado aplastado del cajón de su velador. Prendió tres velas y las tiro, lo que encendió a una velocidad increíble las cortinas, el techo , la cama, los cojines, el diario de vida de su madre, abuelo, hermano y el de ella misma… Incineró el fuego así todo lo que había a su paso, quemó a Magdalena tal como ella quería… y tal como los bomberos no quieren que el fuego queme a una persona… sin vueltas, sin posibilidades, como un verdugo de crueldad sin limites. Pero el fuego quemo también el papel con el teléfono y el nombre de Nicolás del chaleco con el que se había desmayado en el metro. Ese papel era la puerta que su mente en el futuro había visto y que decidió despertarse para ir a buscar, puerta que fue quemada sin que Magdalena supiera que era real y no de su imaginación. Porque Nicolás existía en su presente en sueños, pero en el futuro era real, era él mismo sin diferencias… Él iba a ser su compañero de tardes normales de pasear a sus mascotas, de escribir, de ver teleseries sin sentido a las ocho, de comentarios inapropiados de los noticiarios, de cocinar todo con crema, de ver crecer el nogal hasta las nubes, iba a ser el padre de su corazón y de un hijo que nunca nació que se hubiera llamado Alejandro sin segundo nombre, al que hubieran ido a buscar al colegio y hubieran amado si es que Magdalena no hubiese creído que ese amor iba a quedar en sueños. Todo ese amor se llamaba Alejandro y así fue el nombre que le colocó Nicolás Esteban años después sin saber mucho por qué, como si alguien más se lo hubiera elegido a su hijo con una mujer a la que no amaba como él pensaba que estaba destinado a haber amado. Y esto no es mentira, porque Nicolás al expresarle el nombre a la secretaria del registro civil “Alejandro sin segundo nombre”, recordó a la niña que se había desmayado en el metro que era tan linda y tan triste… y bueno él sin saberlo esa tarde, tan suicida como su madre.
Ingrid, la vecina… lloró por el nogal que siempre le había dado la sombra hasta su casa que ella había querido, y también lloro por Magdalena, a la que no veía hace mucho tiempo. Ingrid rescató una nuez y la plantó en el jardín quemado de Magdalena, aunque la nuez nunca creció ahí, sino que creció en el jardín de Nicolás, dónde Alejandro tuvo sus juegos más divertidos de la infancia, dónde iban a colocarle una casa en el árbol que era terriblemente idéntica a la casa de Magdalena pero en miniatura, y para siempre fue el lugar favorito de Nicolás sin que él mismo entendiera mucho por qué y Liebre despertó sin quemaduras mágicamente a los pies del nogal de Magga.