viernes, 19 de agosto de 2011

arroz con habichuela


Él se levantó como todas las mañanas a prepararle un jugo natural de naranja a su hija y a su mujer. Pero su mujer se hacía la dormida, y tenía todos sus sentidos alerta, como un delfín lo observaba… prefirió ese día no tomar desayuno y cuando él se fue a trabajar, botó el jugo con rabia por el desagüe junto con el perfume que él escondía en su lado del botiquín.

Era difícil esconder tanto pelo enrulado y naranjo, pero se lo alisó, se lo amarró y además lo cubrió todo con un sombrero negro. Se colocó una chaqueta negra de cuero sin uso del closet de la pieza sin uso de la casa, zapatos negros y lentes de sol…en invierno… Pero faltaba lo más importante… el bastón…

Tenía escalofríos en los huesos, el corazón se le salía por el esófago y le sudaban las manos en frío, las piernas le temblaban, pero hizo parar la 406: Una jovencita ayudó a este “señor no vidente” a subirse y luego 3 personas le ofrecieron el asiento. Y esta mujer-caballero-ciego agradeció muerta de vergüenza e ira, por las cosas que la obligaban a hacer.

Llegó al centro tratando de evitar su complejo automático de sacar un libro y leer mientras viaja… es sospechoso un ciego que lee sin sistema braile, sospechoso.

Por fin… estaba en el centro y cerraba los ojos con fuerza para personificar bien a este hombre. Se dio cuenta que la gente es amable, nunca cruzó sola las calles hasta llegar a la oficina alrededor del mediodía. Esperó en una banca hasta que con un ojo semiabiertocerrado lo vio salir, por lo menos solo… Lo siguió hasta el café al que solía ir, y ella con los nervios eléctricos empezó a abrirse paso con su muleta extraña a través de todos.

De sudor y de celos casi se cae de verdad, pero la alcanzó a atajar él, y de odio y amor casi se dispone a matarlo y a atravesarle el hígado con lo que tuviera al alcance. Él la ayudo, lo ayudó a llegar hasta la supuesta isapre a la que iba, y así fue como ella vio como él se despedía muy cortésmente del ciego y entraba al café.

Se tiró en la cuneta y se puso a llorar, se sacó el sobrero, se despeinó y botó el bastón y la chaqueta que sólo sería un mal recuerdo. Se dio cuenta que su marido es muy buena persona, muy generoso… como lo había ayudado y con los ojos con que lo había hecho, su corazón era tan grande que alcanzaba para ella y su secretaria y la cabaretera y así… no era que había que aprender a ser hombre ciego investigador secreto, había que aprender a ser mujer enamorada resignada y amargada y a tomarse no más el juguito de naranja matutino. (it’s something…)

Är min mormor ♥

1 comentario:

Travis Bickle dijo...
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