viernes, 10 de junio de 2011

[Ojos que miran ojos que miran otros ojos]

Estaban en el casino, sentados, tomando café de máquina, abrigados, era junio.Ella le contaba que estaba estresada, que su crío pequeño le absorbía la vida y que no tenía tiempo para depilarse siquiera.
Él observaba su pelo, estaba un poco sucio, pero no tenía raíces, así que en algún momento iba a la peluquería. No creía que ella tuviera la valentía para arriesgarse a una cagada monumental en su hermoso pelo teñido platinado.
Ella, qué blá-blá, él observaba a través de sus anteojos almendrados que su piel se veía brillante, tersa, blanca, tanto que dolía. Debía usar cremas caras, y pasar bastante tiempo en el baño, mirándose, cuidándose. Es que se le notaba, pensaba sólo en ella, y su crío había sido sólo una prueba para los demás, de que engordó a penas 8 kilos durante 9 meses y que después de 1 año de parir se daba el lujo de usar poleras que cuando se estiraba se le veía el ombligo, sin estrías, y con una cintura… a pesar de sus 45 años.
Le gustaba usar en pleno invierno vestidos, y unas panties casi transparentes, botas, y un poco de escote. Además llevaba los libros siempre en las manos, para poder usar su cartera italiana tamaño nivel termita y verse inteligente. Porque al final eso de ‘VERSE’ inteligente, de que vende… VENDE.
Cuando él vio la hora, sabía que tenían que ir a clases, y que ya no volvería a poder mirarla tranquilamente, su ombligo extraterrestremente estirado, su boca roja maraca, y la manera en que cruzaba las piernas.
Ella empezaba a arreglar sus cachivaches, desordenada como sus pestañas, y guardaba celular, monedero, cosmetiquero, y que él ya no quería verla, prefería sentir su café helado. Terminó de arreglarse y se fue.
Se quedó solo, pensando en que ella se amaba demasiado como para alcanzarle siquiera unas sobras de su corazón egocéntrico. Y él nisiquiera buscaba afecto de ella, él quería mirarla, y escucharla rabiar de su pobre vida de madre solterona. No sabía por qué, pero su increíble egoísmo lo atraía. ¿Masoquismo?, no, ya había estado con una sádica, y nunca la quiso… ella no se pintaba la boca.
Mientras él sentía el dolor punzante de su ida, hace un rato la niña de la mesa de al lado lo miraba fijamente de reojo, miraba su bufanda tejida escocesa, su pelo canoso, su barba cuidada, la manera en que revolvía sin sentido su café congelado; y compartían finalmente el mismo dolor…

4 comentarios:

Travis Bickle dijo...
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aRielie dijo...

jajajaja qué bakán, cuando chica andaba tarareando esa canción siempreeee, pero creo que era un cover o algo xD, y es una gran frase (Y)

aRielie dijo...
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Travis Bickle dijo...
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