
Si entran gigantes platinados con ropa americana pseudo estilosa estamos en San Joaquín.
Si entran hordas de testosterona iracunda deportiva, estamos o en Mirador o en Ñuble.
Si entra una oveja, me da risa, esos ojos raros con los que te miran.
Así sé dónde voy, viendo quien entra y quien no.